Garage
CAPÍTULO12 Cuando llegó el camarero ya llevaban varias carcajadas y tenían un debate sobre si llamarle Billy (el rápido) o Fittipaldi. Después de pedir dos cervezas la conversación derivó en que, a veces, hay cosas que no vemos y que influyen en el trabajo de, por ejemplo, Billy. Loli defendía que, quizás, estaba haciendo algo que no le correspondía porque otro compañero era un inútil. O un vago. O un jeta. O las tres cosas a la vez. Y que los clientes no se daban cuenta de esas cosas. Únicamente de que tardaba en atenderles. Ya, pero tú y yo no somos unos clientes normales, ¿no? Yo igual sí, pero tú no, desde luego. Volvieron las carcajadas. Eran sinceras y nada forzadas. Se sentían cómodos allí sentados, sin pensar en el resto del mundo. Bueno, en el camarero y poco más. En realidad –dijo Loli- yo puedo hablar con conocimiento de causa. Soy camarera. Claro, y yo no, ¿verdad? Pues no lo sé. Pero te diría que no. Me la juego. Has ganado. No soy camarero. Pero puedo hablar con el m...