Daguerrotipo de la postguerra, séptimo
VII- ARCO IRIS DEMOCRÁTICO.
Durante un tiempo se escribieron centenares de crónicas haciendo supuestos y conjeturas, pero casi todos resaltaron que a partir de entonces, millones de ciudadanos esperaban que en España brillara para todos, un sol más limpio y democrático.
A continuación, vino un corto periodo durante el cual los cambios fueron casi constantes y veloces. El hasta entonces presidente Arias Navarro, de muy escasas luces y una obtusa subordinación franquista, se encontró a la deriva cuando unas Cortes se hicieron un imprevisto harakiri y mayoritariamente aceptaron la ley de la Reforma Política, con la consiguiente elaboración de una constitución y la aceptación de la futura participación democrática de los distintos partidos políticos
Cuando vinieron las primeras elecciones presidenciales de España en 40 años, la consecuencia fue que salió Adolfo Suarez, que había sido un destacado miembro del movimiento falangista, pero que gobernó su partido UCD luchando por mantener la unidad y la armonía entre todos y dio una lección al mundo de una transición sin desgarros crueles ni venganzas, pero aparate del continuo y grave problema de la ETA, vino la matanza de Atocha, realizada por unos ultraderechistas incompatibles para vivir en una democracia y ni siquiera para acatar los póstumos consejos del testamento de su idolatrado caudillo, por no considerarlo sincero. El multitudinario entierro, dentro de un tenso silencio con la ira contenida, fue un ejemplo de respetuoso civismo.
Durante el mandato de Suarez, se legalizó el Partido Comunista, como derivación de un importante conjunto de ciudadanos que reclamaban su legitimación. Gobernó durante unos cinco años, pero en su momento hubo diversas discrepancias internas y presentó su dimisión. El día 22 de Febrero de 1981 cuando se estaba votando .en las Cortes la investidura de su sucesor Calvo Sotelo, fue fatídicamente interrumpido por el afortunadamente chapucero intento de golpe de estado del Coronel Tejero, que felizmente tuvo el espontáneo resultado de promover un masivo afianzamiento de la democracia en casi todo el pueblo español. Después de un largo proceso sumarial y un dilatado juicio, la sentencia del Consejo Superior de Justicia Militar por conspiración y rebelión fue de 30 años a cada uno de los dos principales golpistas, aunque solo cumplieron prácticamente la mitad de su condena y aunque no faltaron las críticas de quienes recordaban las crueles sentencias militares de otros tiempos, la derecha radical seguía considerando a Tejero como un héroe.
Calvo Sotelo estuvo durante poco más de año y medio intentando recomponer un partido muy dividido, realizando tres remodelaciones ministeriales. En las elecciones de 1982, todo el mundo tuvo la oportunidad de manifestar su opción en las urnas y tanto las derechas como las izquierdas más extremas, sacaron un número minoritario de votos, pareciendo que al fin nos estábamos desprendiendo de los grandes grupos rojos o azules y que, al menos intencionalmente, queríamos vivir en democracia, aunque casi nadie ni tan siquiera había estudiado su doctrina, pero a pesar de su corta experiencia, el pueblo español, no sabremos quizás nunca si por miedo, por novedad o por madurez, manifestó abiertamente su opción por Felipe Gonzales del PSOE, ganando por una mayoría absoluta, a pesar de que la machacona oposición había vaticinado unas sanguinarias consecuencias si triunfaba la izquierda.
El indudable carisma político de Felipe González, quien con su lema “por el cambio”, introdujo un nuevo talante abierto y una ideología social muy atractiva, prometiendo gobernar el país con un estilo distinto, renovador y moderno, aun sabiendo que contaría con una oposición fuerte y tenaz durante unos años. Vino una etapa de bonanza, con la gran aportación además de los Fondos de Cohexión, con los que se mejoraron carreteras, ferrocarriles, aeropuertos etc, y había cierta euforia laboral, aunque también se produjeron huelgas y protestas sindicales.
Hubo un tiempo en el que daba la sensación de haber conseguido llegar a esa bien cantada “libertad, libertad sin ira.”, pero a veces aun parece que resurge de nuevo la soberbia de los Tercios de Flandes y el españolito medio de hoy, al estar convencido de haber llegado a un cierto nivel europeo comparativamente aceptable, se manifiesta agresivo ante cualquier amenaza o merma de lo que considera su territorio personal, aunque afortunadamente se solidariza ante las desgracias y las hecatombes de otros más o menos cercanos y por suerte, aún se producen en nuestro país chispazos, ante en los que aún rebrota el valor de la solidaridad y la generosidad de nuestras gentes.
Los jóvenes reclamando el famoso 0,7, las manos blancas contra ETA, la solidaridad con el problema de Alcatel, las aportaciones ante las inundaciones, la colaboración y ayuda ante las consecuencias del Prestige, etc., son un ejemplo de ciudadanía unida y solidaria, también rescoldo de algunos valores afortunadamente vigentes, como el poder proclamar con orgullo el ser el país en el que se efectúan más operaciones de trasplantes de órganos, sintiéndome personalmente beneficiado y agradecido por la generosidad de la desconocida familia del donante y por toda la escala de los magníficos equipos sanitarios.
. Durante el mandato del PSOE, se fueron superando de alguna manera los escándalos de Sofico, Matesa, Rumasa. Forum, Bankia, etc,., aunque hay que destacar muy favorablemente su gran avance social, con una evidente modernización de la sociedad, la sanidad, la educación, la apertura de la verja de Gibraltar, la aprobación de la ley del aborto, la expropiación de la engañosa Rumasa, etc. pero también tuvo otras partes muy oscuras, como el tema de Filesa, el caso de Roldan y la negra intervención de los GAL, implicando personalmente a ministros como Guerra, Barrionuevo y Boyer, todo lo cual les llevaron a una reacción negativa en una parte del pueblo, solo admiradora de un líder joven, simpático y guerrero, pero no mentalizada con el socialismo y que al no encontrar otro sucesor de su talla, pasaron su confianza y su voto hacia el conservadurismo del Partido Popular, anteriormente Alianza Popular. Muchos ciudadanos que ya habían conseguido llegar a un ansiado nivel económico estable y ahora buscaban la seguridad de su sustentación, votaron a un partido fuertemente hermanado con el capital y en el que sus seguidores y simpatizantes parecían desplegar un aspecto social más exquisito.
A mi modesto entender, el PSOE había cometiendo la torpeza de “acoger” en sus filas, como un símbolo de progresismo y tolerancia, a algunos elementos oportunistas que reclamaban de manera bulliciosa, asistencias y prerrogativas, pero que, aún sin negarles sus derechos, no acababan de incorporarse plenamente a la sociedad, ni respetar sus obligaciones cívicas. Otro error fue el haber permitido que, símbolos que debieran ser un distintivo de todos los ciudadanos españoles, no fueron debidamente considerados, siendo apropiados por una nueva derecha, unida en gran parte con la ultraderecha resguardada por un ejército rancio, que todavía no estaba muy propicio a considerarse servidor de un gobierno de izquierdas.
Como respuesta a esa oficial indolencia simbólica, en ciertas instituciones regionales se empezó a marginar la bandera nacional, sustituyéndola por las enseñas propias, algunas de muy dudosa antigüedad histórica y fue proliferando un cierto tipo de apariencia progre, con mucha barba, vestimenta de pana, bufandas rojas y una mayor cordialidad en el trato habitual, con un abundante empleo de un vocabulario bastante soez, por parte de algunos que al consideraron que vivir en democracia era lo contrario de lo que se había vivido anteriormente, pasando del miedo a la osadía y de la represión se saltó a la relajación de las normas más elementales del respeto y la convivencia.
. La lucha interna y la casi decadencia de UCD, había incrementado las filas de una tímida AP, partido al que también se le incorporaron antiguos franquistas y nuevos miembros del Opus Dei con un talante evidentemente paternalista y salvador del pueblo a quien se continuamente se le alertaba acerca del peligro de que unos socialistas que les irían quitando la mitad de sus propiedades, de sus tierras y llenarían el país de soviéticos y cubanos, animándoles a formar en sus filas en donde se prometía un pluralismo más tranquilizante, pero dejando ver claramente los grandes recortes a ciertas propuestas de cambios moralmente intolerantes, que estaban en la mentalidad de algunos partidos políticos que además contaban con el apoyo de los púlpitos conservadores.
Habíamos entrado en el siglo XXI, con cierto optimismo a pesar de los presagios catastróficos, pero los inesperados, terribles y misteriosos acontecimientos de Nueva York en el 11-S del 2001, produjeron una especia de calambre mundial y un espíritu de unión impactante, se manifestó en la gran mayoría de las naciones. Entonces se vio, como el fanatismo político–religioso de unos cuantos, quizás con motivos comprensibles aunque no justificables, pusieron en pié las reacciones más violentas y regresivas en el país atacado y por ende, comprometieron a casi todos los demás, en busca de una venganza devastadora.
En España seguíamos con el conflicto entre las regiones y el Estado y continuaba el terrorismo. En Abril del 2000 el PP liderado por Aznar triunfó en las elecciones, teniendo algunos aciertos con respecto a la incorporación a la moneda única europea y habiendo heredado una base económica bastante firme. También tuvo no pocas huelgas serias como la de los camioneros y los mineros asturianos, pero se produjo un fuerte reacción popular en 2003, cuando el propio Aznar por codearse con Bush y Blair en las Azores se comprometió con ellos a preparar la invasión de Irak, por poseer armas de destrucción masiva, y una vez más, con la disculpa de imponer el orden y la democracia, los de siempre se aprovecharon para probar sus armas, perfeccionar sus tácticas y posteriormente, intentar obtener otros “pingües beneficios. La población española manifestó un rotundo rechazo a tal compromiso y algunos politólogos dieron la voz de alarma ante posibles represalias de los supuestos comandos yihadistas introducidos en nuestro país.
El 11 de marzo de 2004, 10 bombas explotaron en cuatro trenes en Madrid, matando a unas 200 personas e hiriendo a unas 1.500 personas en el peor incidente terrorista en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Este atentado fue muy distinto y con sensibles diferencias con el de New York de 2001, en cuanto a niveles de espectacularidad y víctimas e incluso de publicidad, pero la reacción popular, con numerosos, espontáneos y sinceros gestos de cariño, afecto, hermandad y humanidad, proyectaron una increíble imagen de una auténtica globalización sensibilizada. Por unos pocos días, no hubo derechas ni izquierdas, chinos, negros, emigrantes o proscritos.
Una sola voz, un clamor en demanda de paz y justicia, sin pedir venganza, junto con el estupor y la incomprensión, unió un mundo de regiones, castas, niveles y razas habitualmente separados. Un país que, ocultando o tratando de ignorar en gran parte sus injusticias y sus inicuos niveles, gozaba de una aparente distensión y bonanza, se vio entrometido de repente en un amenazante y sangrante ambiente de inseguridad y temor, pero reaccionando con un clamor de dolor y solidaridad con las víctimas, que duró poco pero que fue muy significativo, sin que se oyeran voces ni persecuciones religiosas o raciales.
Poco después de la espontaneidad plena de viva humanidad que lloraba nuestros muertos, resurgió la carroña política, el cruce de acusaciones, mentiras y excusas de méritos y fracasos, además del falseamiento .y ocultación de sucesos, eludiendo la responsabilidad propia, con lo cual parte del pueblo se tornó de nuevo sordo, ciego y mudo y se volvió a engranar en la cadena que le ata al mundo de Hola, Semana y Marca, al cotilleo de las Crónicas Marcianas y a la imprescindible marcha de la liga de fútbol, volviéndose a escuchar en las calles los despectivos calificativos, de vagos, advenedizos, moros, sudacas y tornando a envidiar malsanamente a quien le ha tocado una liberadora Bono Loto, que le permitía comprarse un Ferrari.
De todas las maneras, en las elecciones celebradas tres días después, los votantes derrocaron al PP gobernante, en favor del Partido Socialista, dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, pero el Partido Popular no asimiló la derrota, en gran parte debido a las múltiples versiones del atentado, básicamente tratando de dirigir la responsabilidad hacia ETA, por ser más conveniente para sus intereses, incluso enviando comunicados en tal sentido hacia las distintas cancillerías. Aun después de descubierta y desbaratada la organización yihadista como autora del atentado y cotejadas las pruebas, documentación y todas las circunstancias, el PP se negó a aceptar incluso la conclusión final, argumentando un retorcido manejo de policías, fiscales y jueces, muy apoyados por las falsos comentarios de Pedro J. Ramírez.
Los partidos políticos que se presentaron a unas elecciones con todo tipo de asesores, conocían o creían conocer perfectamente la mentalidad mayoritaria del pueblo al que aspiraban gobernar y sabían que en los discursos, mítines y asambleas, el ciudadano que allí asiste va a oír lo que le gusta oír, por lo cual empleaban generalmente palabras lisonjeras para sus oyentes, entremezclando descalificaciones grotescas del adversario y también saben que lo que ese pueblo quiere es mejorar su nivel de adquisición y consumo y escuchar cantos de sirena sobre el trabajo, el ocio y la jubilación. Igualmente están al corriente de que ese tipo de español, tras tantos años de censura, de dominio, de miedo y de adormidera, se había transformado casi en su totalidad en un ciudadano que aún no tenía realmente claro lo que era la democracia e incluso algunos aseguraban que tampoco la necesitan, pero que viviendo en un fácilmente criticable mundo capitalista, se beneficia de sus migajas e intenta moverse con facilidad entre una sociedad depredadora y cruel. Por esas razones, los partidos políticos, acaban repitiendo y voceando constantemente sus cuentos de la lechera y desbaratando las propuestas de la oposición, despreocupándose bastante de escuchar o investigar las auténticas necesidades del pueblo, aunquela prensa habitual, claramente dividida y pluralista pero nunca absolutamente libre y cada vez más dependiente de los créditos y arreglos bancarios, se iban encargando de divulgar, desfigurar y tergiversar (casi como norma), el sentido o la intención de las declaraciones políticas o sociales, realizando investigaciones y cometidos que muchas veces vulneraban hasta el derecho a la intimidad o el honor, mostrándose y justificándose como paladines de la igualdad y el progreso social, con la misma desvergüenza que otros también prestigiosos periódicos conservadores del orden y la tradición, publican en sus páginas, artículos, comentarios, juicios y opiniones moralistas y puritanas sobre algunas tendencias sexuales concretas.... pero aseguran sus ingresos diarios, llenando sus últimas páginas con abundantes ofertas y contactos de todo tipo de prostitución.
Los españoles y casi sin darnos cuenta, mayoritariamente habíamos conseguido formar una amplia clase media, una clase casi única, en la que las pocas diferencias externas que parecían notarse prácticamente, eran entre quienes parecían mantener particular y discretamente un respetable comportamiento general y cierta preocupación o interés cultural y social… y aquellos otros que ignorando prácticamente toda norma moral o sensitiva, habían conseguido un espectacular nivel económico y se habían encajado, osada y descaradamente en casi todos los ambientes sin sentirse desplazados.
Estábamos participando ya en una nueva era con todas sus consecuencias, en la que principalmente parece que nos habíamos vuelto amnésicos y despreocupados de cierto pasado y habíamos creado una nueva forma de sociedad, con todos los errores que se cometen en los inicios de toda etapa, de los cuales posiblemente todos posiblemente son reparables. El “vivir en democracia”, era un concepto de libertad quizás muy mal entendida por ciudadanos sin la debida formación y que pretendían fundamentalmente liberar algunos animosidades personales, sin entender que su significado más auténtico es el “convivir en democracia”, es decir, haciéndose valorar y respetar, valorando y respetando a los demás. Y un defecto muy notable, que quizás sea más propio de los españoles que el de otras nacionalidades por la peculiar vehemencia en nuestro carácter, es el de no saber aceptar el resultado adverso de una elecciones, entorpeciendo y criticando frívola y constantemente todo proyecto del partido triunfador, en lugar de seguir acompañando honesta y noblemente en levantar el país, como sentimiento democrático de respetar la decisión de las mayorías, puesto que una de las mejores características de la Democracia, es que su representación pública sea alternativa. Esas mayorías, actualmente bipartidistas, representan actualmente más del 80 % de la población, con lo cual, quien salga ganador, pasaría a dominar o ignorar al resto de los ciudadanos, que habitualmente tienen que seguir viviendo y conviviendo en los distintos ambientes, condiciones, calidades y circunstancias.
Particularmente me molesta la palabra oposición, como representación de una ideología contraria y de imposible conexión con quien gobierna, que perjudica muy gravemente a las debidas relaciones dialogantes de todas las corrientes democráticas.
Una gran parte de los ciudadanos, en los últimos años había conseguido con Franco o sin Franco, una vivienda, un cochecito, televisión en color, radio cadena con muchos altavoces, vacaciones en la playa, los niños estudiando en un colegio de pago o haciendo carrera en la universidad y pudiendo celebrar sus acontecimientos sociales, con todo el ceremonial carnavalesco que había visto en las películas y en las revistas sociales que se leían en las peluquerías. Cambió su vestimenta, cambió su entorno, su alimentación se volvió también algo americana y su autoestima sufrió un subidón. Dejó de llamarse obrero o proletario para definirse como trabajador o productor y se había liberado de la Iglesia, salvo para los entierros y las celebraciones rumbosas de bodas, comuniones y bautizos. Había adquirido la tarjeta del Corte Ingles y una plaza de garaje. Ya no bebía tinto con Casera y se consideraba un experto en los vinos más cotizados, siendo conocedor de donde se comía la mejor lubina o el mejor solomillo de buey. Una sociedad de aspirantes a “nuevos ricos”, novedosa, vulgar y cretina, que además se consideraba lo suficientemente libre y osada, como para poder hacer lo que le venía en gana. Una sociedad en la que, una considerable mayoría era poseedora de una o dos viviendas, cuyo valor aumentaba desproporcionadamente cada año, con lo cual, todo el mundo era potencialmente millonario y podía conseguir nuevos créditos para seguir endeudándose.
Aparentemente liberados de la opresión franquista, parece ser que estábamos cayendo en una gran masa, mimetizada, imitativa y competitiva, en la que la mala educación, los modales vulgares y la grosería, el cotilleo y el cinismo, también formaban parte de nuestras distracciones o inquietudes sociales, existiendo una gran mayoría bastante más interesada en la marcha de la liga futbolística, que en cualquier discrepancia entre los políticos, a quienes se les clasifica finalmente, como todos iguales o en todo caso, solo se llega a ensalzar y votar a la persona privilegiada pero sin profundizar en la ideología.
Los españolitos, antes de a pie y ahora mecanizados y hasta con cierto talante social, democrático y progresista, nos hemos vuelto orgullosos y agresivos hasta con el automóvil, como fueron los colonizadores en América, cuando se enfrentaban desde su caballos con los indígenas y aunque casi todos presumimos de ser receptivos y hospitalarios y no racistas, muchos rechazan a emigrantes “sudacas”, magrebíes o negros, con el subterfugio de que nos vienen a quitar nuestro trabajo, aunque los utilicemos para cuidar nuestros niños y ancianos, barrer las calles o comprar sus baratos discos, olvidando que muchos de nuestros antepasados se fueron a tierras de ultramar, despojaron, maltrataron y robaron a quienes vivían allí, sometiéndolos a nuestras costumbres, como tampoco gusta recordar que muchos de nuestros actuales jubilados, se tuvieron que marchar hacia Alemania, Francia o Bélgica para encontrar trabajo, enviar divisas y ayudar a mejorar nuestra balanza de pagos.
Aún es peor la cobarde y oculta actuación de algunos hijos y nietos de aquellas viejas rémoras del Movimiento, más guapas, más limpios, más católicos y más españoles que nadie, que se creen con derecho a incordiar, rechazar, perseguir y acosar a los africanos, quizás por imitar a su caudillo, que había conseguido sus mayores méritos juveniles a base de eliminar y someter a los marroquíes en su propia tierra, aunque poco después les compensó de esa derrota, permitiéndoles pasar a cuchillo y violar a españoles para contener la sublevación de Asturias en 1934 y posteriormente les recompensó de manera simbólica, adoptando a la vistosa guardia mora como protección personal, quizás por desconfiar de la fidelidad de sus propios subordinados militares, ya que él también había traicionado promesas y juramentos.
Cuando se sale a la calle gritando NO A LA GUERRA, además del rechazo a un conflicto, hay que evitar las posibles causas o motivaciones que en muchos casos pueden llevar a la misma, además de denunciar claramente el solapado e hipócrita negocio de las traicioneras minas anti-persona, morteros, agentes toxicológicos, bombas racimo, aviones y barcos, etc., que nuestro país fabrica, aunque se justifique que ello produce enormes cantidades de dinero y mantiene miles de puestos de trabajo, pero habría que pensar seriamente en una auténtica y eficaz reconversión de todas aquellas empresas que se dedican a fabricar elementos destructivas, aunque sea quebrando el derecho al libre comercio, antes del cual, está prioritariamente el respeto humano y la propia estima.
No se oye sacar este tema a ningún partido político en la Cámara de Diputados, entre otras cosas porque posiblemente se le exigirían soluciones inmediatas, que quizás no sabrían dar, pero se han hecho reconversiones industriales importantes y notables, que si inicialmente fueron conflictivas, a la larga han resultado beneficiosas.
Una gran mayoría de las gentes esperamos de los políticos que practique más el dialogo y el contacto directo con los ciudadanos y no olvidar, mentir ni falsear las promesas que se hacen en los discursos triunfalistas cuando en se les plantean los problemas fundamentales que tiene el país. Las promesas y compromisos que se hacen en el Congreso, se deberían considerar escritos notariales, siendo denunciables en caso de incumplimiento, por lo que supone de engaño y desprecio al pueblo.
. Igualmente se espera que en su momento se planteen, debatan y traten de solucionar esos problemas que de alguna manera somos todos partícipes y responsables de su futura continuidad, como es la contaminación ambiental, el tráfico y consumo de drogas, desempleo, emigrantes sin papeles, baja natalidad, violencia machista, igualdad de salarios, carestía de la vivienda, accidentes de tráfico, prostitución, etc. .
También, para una mayor consolidación de la democracia, aún tendrían que debatirse, modificarse y actualizarse, algunas engañosas costumbres enquistadas en la actual práctica política y que se puede considerar como una burla al pueblo y la prostitución de la democracia, como es el despilfarro propagandístico y la poca seriedad de las campañas electorales., de la misma manera que la presentación de candidatos de partidos con listas cerradas, con algunos adscritos no muy recomendables. Las coaliciones y pactos, que se realizan después del resultado de las elecciones y no advertidos previamente, es otro descarado desprecio, para conseguir su mantenimiento.
Es innegable que nuestro nivel económico tuvo una subida espectacular en unos pocos años, debido como ya decía anteriormente, al esfuerzo individual y colectivo de mucha gente que además de levantarse a sí mismo, levantó también indirectamente al país. Se han conseguido grandes avances en tecnología, en alimentación, calidad de vida, etc. y que si bien pueda ser merecido el resultado, tenemos la obligación moral y humana de compartir y enfrentarnos a la realidad del mundo en el que hay muchos millones de seres, a los que les falta algo tan elemental como el agua, la comida, la salud y la paz....y que jamás se solucionarán sus problemas, si seguimos mirando únicamente a nuestro ombligo o a las ofertas tentadoras de quienes dominan el mundo y lleguemos a ser tan ciegos, tan sordos y tan mudos como ellos y nos entendamos únicamente por medio e intermedio del dólar, el euro o el yen o con la cómoda y cínica convicción de que solo con la alianza con los grandes capitales y los grandes países, se pueden lograr los cambios más espectaculares.
En España no nos miramos demasiado a los ojos y no todos nos hemos dado la mano, pareciendo que aún algo hay dentro de nosotros que nos impide sentirnos iguales. Un simple incidente con otra persona que tenga un color distinto, un acento diferente o una matrícula foránea, puede hacer flotar una irritación incomprensible, generalizada y dirigida hacia un colectivo determinado, al que se le considera invasor y molesto. Y ese rechazo”, no ocurre solo con diferentes razas, etnias o habitantes de otros países, sino que se prolonga entre nuestras regiones, zonas y pueblos, incluso hasta entre barrios de la misma ciudad, buscando, alimentando y proclamando como justificación unas supuestas diferencias subjetivas que denotan la no superación en muchos aspectos, de una primitiva enemistad tribal, aunque la mayor parte del pueblo español, bien por aburguesamiento, por deseo de paz y concordia o por considerarlo como pasado, no pretende remover los sucesos ni los personajes de una etapa ya bastante lejana.
Los cambios de nombres en calles y plazas o la eliminación de símbolos y estatuas, podrían tener cierta justificación en algunos casos, aunque también pueden indicar una falta de objetividad y algunos errores o desaciertos inoportunos puesto que hubo personajes que aunque fueran nefastos, sin duda tuvieron una influencia directa y decisiva en la historia. No obstante es evidente que había algunos murales, placas y textos escritos con una intolerable subjetividad ideológica y humana en las calificaciones de algunas actuaciones bélicas, con términos tan contrastados como “los cobardes ataques perpetrados por hordas marxistas asesinas y ateas, ” en comparación con “las heroicas conquistas realizadas por Dios y por España, por el glorioso ejército nacional”.
Personalmente, que no soy muy ortodoxamente partidario de cementerios, panteones y sepulcros, opino que los que aún quedan enterrados en cunetas y barrancos, están en un lugar tan digno y respetable como cualquier equívocamente llamado camposanto, puesto que además de estar junto con la misma compañía ideológica que los que en ese momento cayeron asesinados, la indignidad, la infamia y la falta de humanidad la consumaron quienes los mandaron ejecutar en nombre de Dios y la Patria. Un monumento con sus nombres y la sinrazón de su muerte, quizás pudiera ser más popular y testimonial que las dispersadas tumbas familiares.
Durante muchos años terribles, la ETA, parecía tener un fundamento y una motivación local y provinciana, prácticamente incomprensible para el resto de los españoles y que solo parecía tener la adhesión y protección por parte de algunos limitados y obtusos ciudadanos vascos tan enmascarados y cobardes como los mismos terroristas que se basaban fundamentalmente en el terror y la extorsión. Esta cruel organización, causó más de ochocientas muertes y numerosas mutilaciones aunque gran parte de sus miembros fueron detenidos, juzgados, sentenciados y encarcelados, debida al constante acoso y persecución de la Policía y Guardia Civil, no tener apoyo alguno en Francia ni en Unión Europea y quizás también el paso de los años de sus acorralados y vetustos dirigentes, la morriña por la tierra y la familia, contribuyeron a abandonar su inútil empeño, hasta que decidieron dejar las armas y su tosca aspiración independentista.
Nadie puede negar, que el cambio experimentado ha sido realmente espectacular y que tras los 40 años de retraso, durante los cuales fuimos el culo de Europa, supimos incorporarnos con gana, brío y con orgullo, en casi continua ascensión, ganado prestigio y dignidad. Ocupamos un puesto importante entre los países industrializados, tenemos un turismo barato pero numeroso y estamos dentro de la Unión Europea, colaborando dignamente con esa gran comunidad.
Políticamente, tenemos un sistema democrático parlamentario, prácticamente bipartidista, que todavía se dedican a las luchas dialécticas y al enfrentamiento sistemático, perdiendo el tiempo en teatrales actuaciones y que, aunque a la mayor parte de la ciudadanía le suele resbalar, provoca de vez en cuando la aparición de los viejos extremos derecha-izquierda, casi siempre a causa de le zafias manipulaciones realizadas por los medios de comunicación, tanto de tendencia conservadora como la liberal, aunque no cabe la menor duda, de que en todos priva el mercantilismo. Este juego nada infantil, produce, en ocasiones, conflictos en los que se acaba recurriendo a recordar viejas actuaciones que ya debieran estar más olvidadas de lo deseable y que no facilita nada las relaciones de convivencia, especialmente entre las distintas regiones o autonomías.
Con motivo de las aspiraciones del País Vasco y Cataluña, se estuvo haciendo una labor peligrosa, en la que ya se emplearon incluso métodos de bloqueo comercial y de desprestigio de sus conciudadanos, haciendo vaticinios de que tales reclamaciones iban a acabar con la unión de España, queriendo ignorar que las modificaciones o enmiendas en una Constitución, han sido habituales en la mayoría de los países democráticos, para adaptar las leyes y las normas, más acorde a las necesidades de los tiempos. El estudio o debate sobre las posibles reformas estaba previsto de alguna manera en la misma Constitución aprobada en 1978, en circunstancias aún muy marcadas y que si bien han valido hasta hoy, actualmente esas autonomías posiblemente tengan necesidad de reclamar algunas otras competencias, que aún están en manos del gobierno central y con las cuales, se puede producir una mejor distribución de cometidos y funciones.
Los temores a una emancipación o desarraigo, no tienen una base sólida fundamental puesto que en sus respectivas comunidades, la mayoría casi absoluta de los españoles tiene la convicción de estar formando parte de un solo país, aunque tengan características y personalidades sensiblemente distintas, que suelen ser perfectamente compatibles. La mayor parte de aquellos pocos elementos que reclaman prioridades o prebendas en exclusiva, suelen tener habitualmente complejos y ansias de protagonismo para salir de su evidente anonimato, aunque en todo caso y respetando la Constitución, tienen derecho a tales aspiraciones lleguen a ser ser estudiadas, analizadas, debatidas y consensuadas por los diputados de la Cámara de Diputados y el Senado y su resultado tendrá que ser acatado puesto que son los que representan al pueblo soberano y que cada cuatro años, existe la posibilidad de su renovación, conforme al cumplimiento de su programa electoral.
De todas formas, recurriendo a la Historia, esa parte que queda de la derecha ultra conservadora que siempre pregona la indivisibilidad de España, podría recordar que en 1968, tiempos aún duros del régimen franquista, los ciudadanos nativos de Fernando Poo y Rio Muni de la Guinea Española reclamaron y consiguieron su independencia y autonomía, aun cuando en 1956 habían sido conceptuadas como provincias. Como una más que evidente invasión, fue “la marcha verde” en 1975, con la que, a pesar del desagrado y vergüenza del Ejercito, Marruecos se apropió del Sahara Español.
También el tema de las llamadas plazas de soberanía, Ceuta y Melilla, es muy posible que en su momento exija un cambio de situación puesto que, con distintas motivaciones y justificaciones históricas, no cabe la menor duda de que, algo similar al caso de Gibraltar, son evidentes invasiones geográficas-territoriales y enclaves que además originan serios problemas de trabajo encubierto, tráfico de drogas y situaciones desesperadas de sub saharianos y huidos de Oriente Medio.
A pesar de los desiguales avances democráticos, es evidente que aún siguen esas aparentes irreconciliables y bastante definidas dos Españas, de las cuales, una parece que tiene un talante quizás más desprendido y parece preocuparse bastante de proclamar el progreso, el derecho al trabajo y la dignidad de las personas, con algunas visiones utópicas y la otra tendencia, que pretende tener la propiedad exclusiva del país, ser su celador y tener muy claro un futuro idealizado, confirmando la fe, el orden y el progreso, siempre envuelto en un patriotismo infantiloide,
Aunque todas las ideologías pretenden imponer sus propias convicciones y un cierto control de las libertades de expresión y pensamiento, habría que ir dejando de definirlas como de izquierdas o derechas, puesto que salvo algunas excepciones, tampoco son totalmente consecuentes con esa presunta identidad y podrían adoptar una calificación menos contundente, tal como históricos y futuristas, idealistas y realistas ó incluso las clásicas de conservadores y progresistas, pero que en todo caso deberían ir eliminando los derroches y la agresividad propagandística que suelen ocasionar gastos excesivos y dan lugar a comprometerse con las siempre oscuras entes financieras.
En nuestro país, existe una larguísima colección de imágenes de cristos, santos y vírgenes, a las que gran parte de creyentes y fieles les prodigan un culto casi idolátrico, pero sin embargo no hay ningún monumento de piedra, bronce, mármol o plástico dedicado a Don Dinero, físicamente el único y verdadero dios y señor adorado en todo el mundo.
Continuará...
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