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Mostrando entradas de junio, 2021

Microcuentos de terror

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  «HAZ CASO A LAS LEYENDAS» por Marina Cabrero «Las leyendas lo decían pero yo no hice caso y me adentré en la vieja cabaña del bosque haciendo que la madera se quejara bajo mis pies. Noté frío, el vaho salía de mi boca cuando sentí un gélido aliento detrás de mí, un escalofrío me invadió y me giré. No había nada. Crujido. Un paso más y llegaría dónde nadie más lo había hecho. Los rayos blanquecinos se colaban detrás de los tablones, dejándome ver la habitación del cruel asesinato que partió en dos las almas del pueblo. Las nubes cubrieron la luna sumiéndome en la más absoluta oscuridad. Busqué la claridad pero solo me encontré con dos ojos brillantes y una sonrisa diabólica, acercándose. Me paralicé. La madera seguía crujiendo bajo los pasos. No eran los míos. Nunca llegué a esa habitación. Viva.»           «BAÑO» por Milton Ekman «Sube por las escaleras. Llega al primer piso, mirando sobre sus pasos constantemente. No hay nadi...

Microcuentos de terror

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  «MI TURNO» Ya  era hora que se fueran, no aguantaba más sus respiros y risotadas. ¿Pensaban acaso que solo era un juego, que nadie se enteraría, que las almas no sentimos, ni queremos – ni jugamos -? ¡Ellos me invitaron, ellos me soltaron, desde lo hondo me invocaron y ahora ya no están! Corren, a lo lejos escucho sus pisadas que tropiezan unas con otras. Estos niños hechos de piel no conocen la otra vida. Ellos no saben que a nosotros no nos atan ni el oxígeno, ni el cansancio, ni el dolor; que no conocemos la pena y la compasión; ignoran que nosotros no dormimos, que siempre vigilamos, que nada se nos escapa. Míralos correr, algunos ya llegaron a sus casas y abrazaron a sus madres, otros se fueron a dormir sin cenar. Piensan que todo ya pasó. ¡Ellos tuvieron la culpa! yo nunca pensé regresar de nuevo, pero ellos así lo quisieron, ellos me llamaron por mi nombre, abrieron la puerta y no la cerraron a tiempo. Poco tiempo les queda. No tienen un lugar de refugio. Sus casas ...

Viernes de poesía, Celso Amieva

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  SOR MATILDE Jamás desnuda vi carne de monja. Mas, con razón o no, la carne tuya, en la gracia de Dios cuando se esponja, me inclina a que a una monja la atribuya. Igual que el del maíz, rubio y suave y manso es tu cabello, como es mansa tu condición, suave como el ave de Afrodita y de un rubio que no cansa. Sin tocas y sin hábito te veo monja en el maizal, útil, humilde y risueña. Te llaman Sor Matilde. Con tus novicios rubios, en ti creo. La venia te hacen, al pasar, las hojas y haces granar en dulce las panojas.

Microcuentos de terror

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  ·             «QUIÉN» «Me lo repito mientras sigo a la figura calle abajo camino del parque. No puede ser pero no dejo de pensar que no me equivoco. Sus pasos irregulares, la ropa que lleva, la forma en la que mueve la cabeza. A pesar de que el sol brilla con fuerza no puedo evitar que un escalofrío recorra mi cuerpo haciendo que me estremezca mientras pienso que estoy loco por hacer lo que estoy haciendo. No. No puede ser él. Yo estuve allí. Vi cómo certificaban su muerte, vi cómo lo sacaban en aquella caja de pino oscura y vi, testigo de primera fila, como él, amigo de toda la vida, volvía a la tierra de donde había salido.  Ahora, persigo una sombra, una figura que no puede ser él, pero que mi corazón y mi mente me indican lo contrario. Necesito acercarme. Tocarle. Asegurarme que no es la misma persona que conocí hace tanto tiempo. Que no es ese cuerpo inerte que lleva más de un mes en un foso de tierra en el cemente...