El cuento del mes

  PRÓSPERA SOCIEDAD ENTUMECIDA     Un hombre de edad indefinida y ropa ajada estaba sentado en un banco de la calle, con  su delgado cuerpo visiblemente encogido y los brazos cruzados, manteniendo una mirada  triste y un silencio absoluto. A sus pies había un plato metálico con unas pocas monedas y delante un pequeño cartón con un conciso comunicado. No tengo trabajo. Tengo hambre. El ambiente de aquella calle era agresivo, frío, con un tráfico ruidoso y las gentes que  pasaban por delante, apenas le dirigían una mirada, pero aceleraban un poco más el paso, quien sabe si por vergüenza, orgullo o culpabilidad, aunque, unos pocos pasos después, alguna que otra persona se acercaba a acariciar a un perro que estaba algo nervioso a la  puerta de un establecimiento, muy posiblemente esperando a su dueño.  Un ciudadano bien trajeado de edad madura, salió de un pequeño comercio de comida  rápida, llevando un pequeño bocadillo en una mano y hablando c...

  Marzo 2020 Hasta que no llegamos a la actual situación de pandemia, parece que no nos habíamos dado  cuenta de la constante dedicación, ahora agobiada y angustiada, del personal de hospitales  desde cirujanos hasta el de limpieza, lavado de ropa e incineración de residuos  contaminadas, conductores de ambulancias, grandes camiones de avituallamiento, aviones,  barcos, trenes, autobuses y metro, cuerpos de policía, bomberos, cuidadores de enfermos y  ancianos, trabajadores de las centrales eléctricas, suministro de agua, recogida de basuras,  etc., todos siempre imprescindibles y totalmente necesarios para la marcha estable y la  convivencia más elemental de nuestro primer mundo actual, altamente tecnificado,  mecanizado, robotizado y consumista compulsivo, que casi parcialmente drogado contempla desde su casa esa realidad entre anuncios de blanqueadores de ropa, comida para gatos,  coches que te proporcionan una gran categoría social o...

  13 sept ¿No os cansa tanta tontería con el entierro de la reina de Inglaterra?   Más allá de ser monárquic@ o no, o de lo que representa la monarquía y la reina Isabel con las particularidades de su reinado desde un punto de vista histórico, etc, etc…me ha dado por salir de ese contexto y al ver las imágenes de la gente en la calle, me está fascinando el cómo tantísima gente asume como normal el hecho de que una familia viva en un palacio gigantesco con jardines kilométricos, con cientos de personas a su servicio, con muebles y objetos lujosos, ropa cara y fina, exquisitas comidas, caballos, perros, coches, etc…todo pagado y mantenido casi en su totalidad por el erario público. Me fascina que acudan a ver a los miembros de esa familia y que permanezcan respetuosamente detrás de unas vallas y un perímetro de seguridad, como si no perteneciesen a nuestra misma especie, sólo para verles pasar unos segundos, y que con suerte, les den la mano y les dediquen alguna palabra. Me fli...

  VII MADRUGADA DEL MARTES AL MIÉRCOLES 02:15 Comisaría de Policía Nacional de Pontevedra. Rúa Joaquín Costa. - Soy el comisario Sanjurjo. ¿Es usted David Pérez Fernández? - Sí. - ¿Dónde estaba la noche del lunes a las 22:40? - Cerca de la ría. - ¿Podría ser más específico? - Pues no, porque igual le digo que fue a esa hora y resulta que eran y media. No sé. - ¿Podría ser más específico con la ubicación? - Sí, eso sí. Donde el Ponte dos tirantes. Lo crucé en dirección a la rotonda. - ¿Tuvo algún altercado o discusión en esa zona con alguien? - Sí, con una pareja. Santi y una chica. - ¿Se refiere a Santiago Menéndez Porto? - Supongo que sí. Desconozco el nombre completo. - ¿Este chico? -dijo el comisario acercándole una foto-. - Sí, es él. - ¿Y ella? ¿Es esta chica? -volvió a repetir el gesto anterior con la foto-. - Sí. Creo que se llama Andrea. - ¿Y qué pasó? - Que me dirigí a ellos y los amenacé. - ¿Cómo? ¿Con qué? ...

  IV En la televisión continuaban los personajes que se movían en habitaciones de colores muy vivos y hablando muy alto y mi compañero resoplaba fuertemente desde el otro lado de la cortina, pero el burbujeo del oxígeno que entraba a toda presión por mi mascarilla, me hicieron caer de nuevo en un profundo sueño, hasta que un impreciso tiempo después, una sanitaria me zarandeó ligeramente, soltó un ¡Oh!, llamó a una compañera y después de hacer un breve comentario, redujo el flujo de oxígeno. Al día siguiente, cuando comenté este caso con un joven MIR, me dijo que muy posiblemente hubiera tenido una alucinación autoscópica, como consecuencia de una reacción entre un exceso de oxígeno y alguna de las medicinas que me estaban administrando para el tratamiento de la neumonía. Después y en plan de broma, me aseguró que aparte de no ser nada grave, es una situación durante la cual el paciente la siente con una total normalidad y que incluso puede llegar a ser volupt...