Las coletas de Uma
VII
MADRUGADA DEL MARTES AL MIÉRCOLES
02:15 Comisaría de Policía Nacional de Pontevedra. Rúa Joaquín Costa.
- Soy el comisario Sanjurjo. ¿Es usted David Pérez Fernández?
- Sí.
- ¿Dónde estaba la noche del lunes a las 22:40?
- Cerca de la ría.
- ¿Podría ser más específico?
- Pues no, porque igual le digo que fue a esa hora y resulta que eran y media. No sé.
- ¿Podría ser más específico con la ubicación?
- Sí, eso sí. Donde el Ponte dos tirantes. Lo crucé en dirección a la rotonda.
- ¿Tuvo algún altercado o discusión en esa zona con alguien?
- Sí, con una pareja. Santi y una chica.
- ¿Se refiere a Santiago Menéndez Porto?
- Supongo que sí. Desconozco el nombre completo.
- ¿Este chico? -dijo el comisario acercándole una foto-.
- Sí, es él.
- ¿Y ella? ¿Es esta chica? -volvió a repetir el gesto anterior con la foto-.
- Sí. Creo que se llama Andrea.
- ¿Y qué pasó?
- Que me dirigí a ellos y los amenacé.
- ¿Cómo? ¿Con qué?
- Con una navaja. Supongo que la tienen por ahí porque la perdí después.
- Deje de suponer y conteste a lo que le pregunto. ¿Por qué los amenazó?
- Me caían mal.
- ¿Usted cree que eso es motivo para amenazar con un cuchillo a alguien?
- Sí.
- ¿En serio? ¿Va amenazando por ahí a todo aquel que le cae mal?
- No, no siempre. Pero en este caso sí.
- ¿Y eso? ¿Le habían hecho algo? ¿Los conocía de antes?
- No. Bueno, que no me habían hecho nada, y que los conocía. Ella por el baloncesto y sus padre y a él por Manu.
- ¿Quién es Manu?
- El novio de mi hermana. Le diría que es mi cuñado pero no sé si lo es. ¿Usted tiene cuñados? Son un coñazo.
- No creo que eso tenga nada que ver, ahora, con lo que le estoy preguntando.
- Perdón, me vine arriba.
- ¿Y dice que lo conoce de eso?
- Sí. Vagamente pero sí.
- ¿Puede continuar con el relato de los hechos?
- No.
- ¿Por qué? ¿No recuerda lo que pasó?
- Sí, soy consciente de lo que pasó, pero no voy a continuar esto si no hay alguien más aquí conmigo.
- Mire, encontrar un abogado a estas horas es un poco complicado. Nos consta que su familia está haciendo todo lo posible para que más pronto que….
- No quiero un abogado. Solo seguiré contando lo que pasó si está aquí Uma.
- ¿Quién es Uma?
- Una amiga. Casi mi hermana.
- Mire, esto no va así. Para empezar; aquí no traemos a quién usted nos manda. Y para seguir; debería explicarnos qué pinta en todo esto o qué importancia tiene esa chica.
- Solo seguiré hablando si ella está aquí.
El comisario se puso en pie con evidente enfado y apoyó sus brazos en la mesa del interrogatorio.
- Escucha una cosa, chaval; tienes un problema. Un problema importante. Las cosas aquí se hacen como nosotros decimos, no como a ti te sale de los cojones. ¿Entendido? Así que dime; ¿qué tiene que ver esa chica en todo esto?
- Solo seguiré hablando si ella está aquí.
- ¿Y dónde coño podemos localizar a esa chica?
- Está aquí, con mi hermana. En alguna sala de espera.
El comisario se acercó a la sala de espera y vio a dos chicas sentadas con caras largas y asustadas.
- ¿Me dice su nombre, por favor?
- Lucía. Lu.
- ¿Y el suyo?
- Uma.
- ¿Me acompaña, por favor?
La chica se levanto sin sorprenderse mucho. Era como si lo estuviera esperando. En realidad, había ido porque sabía que la iban a llamar.
- Siéntese ahí. Usted está aquí porque creemos que es importante para la investigación de dos casos que….
- Solo hablaré con ella delante. Por eso está aquí.
- Mire, la próxima vez que se ponga así lo saco de aquí y seguimos hablando con ella. Que seguro que puede contarnos muchas cosas.
Así que cállese un poco y responda solo cuando le pregunte. ¿Estamos?
- Sí.
David dijo sí, pero con una entonación y un lenguaje gestual de haber ganado una batalla. “Me he salido con la mía”.
- ¿Conoce usted a este chico?
- Sí, claro. Es mi hermano.
- ¿Su hermano? Usted nos dijo que ella era una amiga que….
- Bueno, perdón, para mí es como mi hermano, pero tiene razón, somos amigos. Con muchos vínculos, pero no, no somos hermanos.
- Dice, David, que solo seguirá hablando si está usted presente. ¿Tiene algo que decir ahora al respecto?
- No, que empiece él.
Sanjurjo empezaba a ponerse tenso. No le gustaba que nadie le dijera como hacer las cosas, o que le tomaran el pelo. Y, en aquella situación, empezaban a darse las dos cosas. Y un par de niñatos.
- Estábamos con el relato de los hechos. Nos habíamos quedado ahí. ¿Quiere continuar, por favor?
- ¿En qué punto?
- Cuando usted amenazó a Andrea con un cuchillo. Y le recuerdo que esa chica está muerta, por si se le ha olvidado. Y hay otro cadáver.
- Sí, el de Raúl.
- Eso es, pero no se nos desvíe.
- Es todo culpa de ella -dijo mirando a Uma de lado-.
- ¿Por qué?
- Pregúntele a ella; para eso la ha traído, ¿no?
- Señorita, ¿quiere explicarme a qué se refiere David cuando dice que es culpa suya?
- Creo que quiere decir que yo los quería muertos.
- Eso no es suficiente. ¿Dónde estuvo usted esa tarde-noche?
- En mi casa, todo el rato.
- ¿Alguien puede corroborar eso?
- Sí, mis padres. Bueno, mi padre salió un rato, pero mi madre estuvo en casa sin salir.
- David… me estás empezando a cansar. Tú estabas en el lugar del crimen a esa hora, y ella en su casa. Lo comprobaremos, pero eso parece. Así que empieza a contarnos o vas a tener más problemas de los que tienes.
- Ese chico me gusta. Y se lo dije a ella. Medio en broma medio en serio dije que antes de marchar iba a caer, aunque ella dice que no es gay.
En realidad, a ella también le gusta desde que lo vio en la playa el primer día.
- ¿Es así? -dijo mirando para Uma-.
- Supongo que sí, pero no sé qué tiene que ver. ¿Es delito eso?
- No, no. Faltaría más. Continúa, David.
- Cuando los vi en aquella terraza le mandé un wasap. En plan….que sepas que tu chico está aquí con dos. Está dudando y va a elegir. Y ella me contestó. Puede verlo.
No vas a ganar la apuesta. No es gay. Y va a ser mío antes de que acabe la semana.
- Fue cuando le dije al oído lo que le dije. Y no volví a verlos hasta que iban ellos dos solos.
- Ellos… ¿quién?
- Santi y Andrea. Por donde el puente, abrazados. Hice una foto y se la mandé. En plan…
Seguro que va a ser tuyo, hermanita?
Tíralo a la ría.
- Me contestó con una cara enfadada y otra triste. Y entonces tuve que hacer algo.
- Hacer ¿qué? ¿Por qué?
- Cuando murió mamá dijiste que nos ibas a cuidar siempre y que harías cualquier cosa por nosotros. Y así ha sido. Nos has dado la vida -en ese momento David ya no miraba al comisario; se había girado y le hablaba directamente a su hermana- y yo no veía cómo podía devolverte todo eso. Anoche vi la oportunidad de hacer algo por ti. De devolverte todo.
Y así lo hice. Te estaban haciendo daño y no podía consentirlo.
Mamá estaría orgullosa.
FIN
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