2021. Otra experiencia hospitalaria

 

III





Estuve tres días más, muy vigilado y atendido, con mucha medicación y casi siempre con una mascarilla especial para reforzar el oxígeno, notando paulatinamente que recobraba las fuerzas pero, aunque solía dormir bien durante el día, sin embargo algunas noches tenía unas extrañas visiones o pesadillas con efectos estroboscópicos, que me inquietaban bastante y una vez que abrí los ojos, me pareció ver una especie de manga ondulante como de unos 30 centímetros de diámetro, muy brillante y de múltiples colores, que parecía salir del pocillo de cristal donde borboteaba el oxígeno, dirigiéndose lentamente hacia el pasillo. Con el mando que tenía a mi lado, levanté el respaldo de la cama y traté de ver más cerca y tocar aquel sinuoso brazo de aparentes fotones o moléculas agrupadas, que hasta parecía que intentaban envolverme y rodearme perezosamente sin agresión y sí más bien como una especie de acogida o recepción amistosa, pero como también pensé que podía ser un escape de algún tipo de gas, pulsé el timbre de asistencia, apareciendo enseguida una enfermera y un auxiliar que, una vez que les revelé mi visión, no encontraron ni vieron nada distinto de lo normal, aunque yo insistía en que seguía viendo ese fenómeno.

Otra noche me pareció despertar de un sereno sueño y aunque aún seguía encendida la televisión, no sabía si mi compañero de habitación la estaba viendo, porque solo oía su fuerte respiración. Tampoco tenía la menor idea de la hora que era, pero sentí la necesidad de beber agua y al volverme hacia la mesilla para coger la botella, vi una figura no totalmente definida, que estaba erguida a los pies de mi cama.

- Perdona, pero me pareció que estabas despierto.- dijo con un tono suave.

Mientras bebía un buen trago le eché otra mirada, aunque la poca luz ambiental no me permitía distinguir más que a un hombre de altura mediana, vestido de blanco, con mascarilla y gafas oscuras. - No pasa nada. – le dije. - Es normal el que todas las noches nos interrumpan el sueño para hacer alguna prueba o control. ¿Qué vais a hacerme ahora?

- Hola, soy el padre Alfonso, el capellán del hospital.

- Ah hola, pero debe haber alguna confusión, ya que yo no he llamado a ningún sacerdote.

- Ya lo sé, pero mi misión en el hospital es la de ofrecer los servicios de asistencia espiritual a todos los enfermos, aunque no lo soliciten, bien sea por ignorancia o por vergüenza, puesto que… tú eres creyente, ¿no?

- ¿Creyente en qué?

- Bueno quiero decirte que, si estas bautizado y eres cristiano, posiblemente quieras confesarte de alguna falta o pecado y aunque no estés en situación de gravedad, siempre es conveniente hacer un repaso de nuestra relación con Dios.

En ese momento, al hacer un pequeño movimiento delante del televisor, me percaté de que llevaba una pequeña cruz plateada encima de la bata. - Agradezco tu ofrecimiento, pero no necesito ese tipo de asistencia y .aunque estoy involuntariamente bautizado, hace ya mucho tiempo que no hago ningún tipo de práctica religiosa y a mis años, creo tener ya suficientemente claras mis inquietudes, el sentido de mi vida o lo qué hago por los demás… y en este momento me preocupa más el ver a mi mujer y a nuestros hijos.

Me pareció notar que el cura adoptaba una actitud de distanciamiento al ver que yo era una persona de edad avanzada, tuteándole con naturalidad y que le había dejado muy claro que no me interesaba su mediación.

- Comprendo perfectamente tu lógica ansiedad familiar, pero insisto en que, aunque no estés en estado de riesgo, sería conveniente el tener más contacto con Dios y hacer un acto de humildad y atrición de las posibles malas acciones cometidas.

No pretendí ser grosero, pero ya me estaba incomodando el continuar dialogando con ese personaje que no veía con claridad y que además me obligaba a mantener la cabeza en una postura algo rígida para poder oírle sobre el barullo de la televisión, de modo que entré en directo.,

- Vuelvo a agradecerte tu oferta, pero personalmente en estos momentos no recuerdo tener nada serio pendiente con otros semejantes y ya he abandonado concluyentemente mi infructuosa ofuscación por cambiar el mundo. Tampoco me preocupa mi falta de contrición o atrición por los diversos errores o equivocaciones que he tenido en mi vida, puesto que el mismo reconocimiento posterior de ese error o sus consecuencias, me hacen reaccionar y evitar su repetición, aunque lo hecho, hecho queda… y por otro lado yo soy consciente de poder dialogar más o menos profundamente con los demás seres visibles o conmigo mismo, peno no tengo esa facultad que los curas parecéis tener, de poder contactar y manejar a Dios.


El capellán, con una voz menos meliflua pero reposada me contestó. - Quédese tranquilo que ya me retiro y perdóneme otra vez por haberle agitado u su descanso. Es evidente que está usted a la defensiva o con una actitud de total rechazo a mi natural oferta, pero permítame decirle sin agresividad alguna, que tiene usted muy arraigada una notable soberbia, que le aísla de las relaciones más elementales con el espíritu.


Algo molesto por su congruente amonestación, estaba preparando una respuesta más mordaz, cuando una repentina iluminación de la habitación y la brusca entrada de una enfermera hizo desaparecer la aparente figura de quien había estado delante de mí y que, aun dentro de su indeterminado aspecto, estaba absolutamente convencido de que había sido real. Al hacerme la sanitaria la extracción de sangre, fui recuperando las normales percepciones ambientales y entonces le pegunté con naturalidad, si había visto a alguien hablando conmigo al entrar en la habitación, pero ella se encogió de hombros y se marchó rápidamente.




Continuará...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cine

Desconciertos sobre el cuerpo, el alma y la muerte

Carta