Las coletas de Uma, capítulo quinto

 

V



Llegaron a sus casas más calmadas y dispuestas a hacer vida normal. No había motivo para preocuparse. ¿O sí? Manu estaba poniendo la mesa y era el único que seguía preocupado. Pero un abrazo y varios besos de su novia le evadieron, un rato, de esos pensamientos.

En realidad era un chico inseguro. Siempre dudaba de si lo que hacía era lo correcto. Cuando tocaba tomar una decisión, le costaba hacerlo, y cinco minutos después estaba pensando que lo más acertado era la otra opción. La que había descartado.


- ¿Has visto El Faro de Vigo?

- No, ¿por?

- Ha pasado algo en la ría. Un montón de policía y ambulancias y la zona acordonada.

- ¡No me jodas! ¿Y no dice nada más?

- No, de momento no.


Chicos, habéis visto lo de la tía esa?

K tía?

Ha aparecido un cuerpo de mujer en la ría.

Lo de la policía y eso es por un cuerpo en la ría? De una chica?

Sí, por lo visto alguien vio un cuerpo flotando y se ha montado la que se ha montado.

Y se sabe quién es?

Hablan que puede ser Andrea. Su padre es concejal en el ayuntamiento y su madre profesora en el instituto.
Me suena. Creo que la he visto alguna vez. Juega a baloncesto?

Jugaba.

Bueno, eso.

Sí, esa.



La zona del Ponte dos tirantes estaba cerrada al tráfico y acordonada. No menos de veinte personas con sus uniformes o sus acreditaciones iban y venían con cierto nerviosismo. Una muerte así no era habitual en una ciudad como Pontevedra.
La gente, con su punto cotilla, se arrimaba a la barandilla de la rotonda que había al final del puente. Las hipótesis eran muchas y a cada minuto que pasaba más macabras y elaboradas.

- Seguro que fue un ex – novio

- No, yo creo que tiene que ver con su padre. Manda mucho en urbanismo y ahí hay muchos intereses.

- Yo creo que iba borracha y de fiesta y fue un accidente.

Efectivamente, la chica se llamaba Andrea y sus padres eran bastante conocidos en la ciudad. Ella profesora de inglés en el instituto y Andrés, su padre, concejal de urbanismo en el ayuntamiento.

Jugaba al baloncesto y era de esas chicas que llamaba la atención por su físico. Alta, guapa, elegante, siempre bien vestida y con una sonrisa que no desparecía nunca.

- ¡Ehhhhhhhh! ¡Un cuerpo! ¡Hay otro cuerpo!




En ese momento todo el mundo dirigió la mirada al agua. Tanto los profesionales que estaban en el puente como el casi centenar de curiosos que se agolpaba en las cercanía.

La alarma la había dado un señor que paseaba a un perro por la zona y se había parado debido a la situación. Y sí, cerca de la orilla que daba a la calle José Malvar Figueroa, había un cuerpo en el agua.

La policía local empezó a desalojar a la gente de esa zona y a acordonarla, mientras en el agua un par de agentes se disponían a sacar el cuerpo del agua. En este caso era un varón, joven también, que tenía restos de sangre por varias partes de su cuerpo. La situación no era habitual en una ciudad, habitualmente tranquila, como Pontevedra. Enseguida se empezó a correr la voz de lo de la hija del concejal.

- Sí, seguro que la conoces. Que la madre es profesora en el instituto. Carmen se llama.


A las ocho y cuarto de la tarde Manu ya estaba muy muy nervioso. No era normal ni habitual que su primo se pasara tanto tiempo sin dar señales de vida. Sí, le gustaba la fiesta y salir. Y beber, también, y pasarlo bien, pero siempre había un wassap o algo así. Aunque fuera pa decirle que había triunfao, o que estaba en ello. Pero nada. Desde el día anterior a las seis de la tarde no sabía nada de él.


Casi le da un vuelco el corazón cuando la enésima llamada que intentaba tenía respuesta.

- Tío, ¡no me jodas! ¿Dónde cojones andas?

- Hola, perdone. ¿Con quién hablo?

- No, no. ¿Con quién hablo yo? ¿Por qué tienes el teléfono de mi primo?

- Tranquilícese. ¿Su primo se llama Santiago?

- No, Santi. Bueno, sí, eso. Santiago.

- Tiene que tranquilizarse. Me llamo Jaime y soy inspector de la Policía Nacional. Inspector Sanjurjo si lo prefiere.

- Lo que quiera pero ¿por qué……

- Le cuento. Hemos encontrado una cartera y un móvil, este móvil, tirados en una rotonda. La documentación pertenece a un tal Santiago que, según me cuenta, es su primo, y el móvil pues parece que también.

- Ah, vale.

- Pero debería acercarse por aquí. ¿Dónde se encuentra usted ahora?

- En mi casa, en Raxó.

- Perfecto. Pues debería acercarse hasta el ponte dos tirantes con cierta prisa.

- ¿Por qué? ¿Para qué?

- Bueno, no sé si se ha enterado de lo que ha pasado aquí pero ha aparecido en la ría….

- Sí, una chica. Andrea creo que se llama. ¿Qué tiene que ver eso con mi primo?

- Verá, en realidad han aparecido dos cuerpos. El de una chica (el inspector evitó dar más datos) y el de un chico joven que no hemos podido identificar. Por eso sería importante que se acercara usted para ver si pudiera ayudarnos.




Manu salió de casa sin hablar y sin mirar atrás. Lu estaba en casa de Uma y ni las avisó. Tardó entre poco y nada en llegar a la ciudad, saltándose varios semáforos en ámbar y sin respetar los límites de velocidad. Conocía la carretera y podía ir muy deprisa.

Ni siquiera aparcó. Se acercó apartando gente y preguntó por el inspector Sanjurjo mientras no dejaba de mirar la silueta de un cuerpo que estaba tapado a pocos metros.

- Venga conmigo. Y, por favor, tranquilícese. Si necesita más tiempo me lo dice.

- No es él. No es él. ¡No es él!


La situación era de locos: en una ciudad como esa, dos cadáveres en una tarde. Dos cadáveres en un escenario un poco violento. Dos cadáveres de gente joven.

Y Santi sin aparecer. Y lo que sí aparece es su móvil y su documentación. Que lo que podía ser una juerga o un ligue de los suyos ya pasaba de broma y estaba poniendo muy nervioso a su primo. Surrealista del todo.





Dónde andas?

En la ría. Me ha llamado la policía.

La policía?

Sí. Han encontrado el teléfono y la documentación de Santi tirada. Y un cuerpo en la ría.

Ya, ya lo hemos leído. Pero es de esa Andrea, no?

No, otro. Un chico. Pero no, tampoco es…..

Cómooooo? Otro muerto? Un chico? Y no es Santi? Pero sus papeles han aparecido?

Sip.

Y cómo sabes que no es él?

Lo he visto.

Perdonaaa?

Que lo he tenido que ir a ver. Creían que era de Santi y por eso me han hecho venir.

Bufffff.

No sé qué hacer.

Escucha, se lo digo a Uma y bajamos para estar ahí y ver si esto se aclara de una vez. Te parece?

Vale.


Aquel martes estaba terminando de una forma muy rara. La sensación era agridulce. Por uno lado estaban asustados de lo que estaba pasando allí. No era normal y estaban acojonados. Por otro lado estaban preocupados. No sabían nada de alguien desde hacía más de veinticuatro horas y había perdido móvil y papeles. Mal rollo. Pero había un lado positivo. Dos muertos y ninguno era él. Ya, era muy macabro pensar así, pero esos minutos que Manu se pasó en el trayecto de su casa hasta encontrase con el inspector ese y ver que no era su primo….no se los deseaba a nadie.


Y ahora el puto teléf……

- Sí, quién es?

-Manu, tío, te necesito.

- ¿Dónde cojones te has metido? Qué está pasando? Desde dónde me llamas?

- Desde el teléfono de una señora muy amable. Tenemos que vernos.

- Pues ven, estamos donde el puente. Han aparecido tus cosas aquí y….

- Lo sé, lo sé, pero no puedo ir. Tengo miedo.

- ¿Dónde estás? ¿Dónde nos vemos?


Tardaron diez minutos escasos caminado. A Uma y a Lu les costaba seguir el paso de Manu pero no les quedaba otra. Ellas no sabían dónde coño habían quedado.

- ¿A dónde vamos?

- Estamos llegando.

- ¿Está bien?

- No lo sé. Creo que sí, pero está muy nervioso. Y no entiendo nada.





Doblaron una esquina y allí estaba. El chico que siempre iba como un pincel y que se preocupaba del más mínimo detalle estético parecía alguien a quien le tirarías unas monedas en la calle.

  • ¿Qué te pasa? ¿Dónde te has metido?

  • Buffff….tengo miedo.

  • ¿Quieres calmarte?

  • Estamos aquí. Y ahora nos vamos a casa. Que ya va siendo hora.

  • Deberías pasar a recoger tus cosas. Han aparecido en la rotonda del puente -apostilló Uma-.

  • Noooo, no puedo. No debo de momento.

  • ¿Quieres explicarnos qué cojones te pasa?

  • Es muy largo. Pero si voy a recoger eso igual tengo problemas.

  • ¿Problemas? ¿Tienes algo que ver con lo que ha pasado en la ría?

  • Sí. Bueno…. No. Quiero decir…no he sido yo el que ha tirado a ese chico.

  • ¿Y a ella?

  • ¿Ella? ¿Quién es ella?

  • Santi….hay dos cadáveres. Los han encontrado en la ría. Una chica, Andrea, y un chico. Y tus cosas han aparecido allí cerca. Y ahora nos llamas y nos vemos aquí a escondidas. ¿Qué pasa? Creo que debemos saberlo.

  • Que yo podría ser uno de esos cuerpos que han encontrado. Que todo ha sido mi culpa.

Continuará...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cine

Desconciertos sobre el cuerpo, el alma y la muerte

Carta