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Mostrando entradas de febrero, 2022

Las coletas de Uma

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 Capítulo sexto La verdad es que la conversación era cualquier cosa menos aclaratoria. Cuanto más sabían de todo lo que estaba pasando menos entendían. Decidieron coger los coches y volver a casa. Uma con el suyo y los tres con el de Manu. Santi se tumbó en el asiento de atrás hasta que salieron de la ciudad. El resto del trayecto estuvo incorporado metiéndose entre los dos asientos delanteros y escuchando la música que su primo llevaba a todo volumen. Se habían propuesto llegar a casa, preparar algo de cenar y después contar todo lo que, a Santi, le había pasado. - Lo prometo. Es que no sé por dónde empezar y necesito una ducha. Aparcaron los coches y fueron todos a casa de Manu. Unos huevos y unas patatas fritas eran un buen plan y lo podían hacer mientras la ducha y eso. La casa era antigua pero su mobiliario y decoración eran más bien modernillos. La mesa de la cocina, por ejemplo, era grande y más alta de lo habitual. Los taburetes que la rodeaban le daban un toque

Microrrelatos de amor

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 Son sacadas de Internet. Desconozco los autores. Historia de amor bonita Ambos tenían 16 años cuando se conocieron. Cuando ella le vio por primera vez a él, ni se inmutó. Todo lo contrario a lo que él sintió cuando la miró. Sin duda, era «la mujer». Era preciosa y sus ojos castaños tenían algo que la hacía distinta a todas las otras mujeres, pero estas cortas palabras no hacen justicia a lo bonitas que eran todas las partes de su cuerpo. Durante año y medio, él la buscó sin cansancio. Le escribía todos los días poemas y trataba de encontrar la entrada a su corazón, pero por desgracia, este era de otro. Pasaban los días y él cada día estaba más desesperanzado. Hasta que un día, casi sin querer, logró tocar la fibra correcta en el alma de la chica. Ese día su sonrisa resplandeció como no lo había hecho ningún otro. Ambos se miraron, pero el beso no llegó, faltaban todavía meses para ello. Fue una dura conquista, centímetro a centímetro luchó fervientemente por alcanzar su sonris

2021. Otra experiencia hospitalaria

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  III Estuve tres días más, muy vigilado y atendido, con mucha medicación y casi siempre con una mascarilla especial para reforzar el oxígeno, notando paulatinamente que recobraba las fuerzas pero, aunque solía dormir bien durante el día, sin embargo algunas noches tenía unas extrañas visiones o pesadillas con efectos estroboscópicos, que me inquietaban bastante y una vez que abrí los ojos, me pareció ver una especie de manga ondulante como de unos 30 centímetros de diámetro, muy brillante y de múltiples colores, que parecía salir del pocillo de cristal donde borboteaba el oxígeno, dirigiéndose lentamente hacia el pasillo. Con el mando que tenía a mi lado, levanté el respaldo de la cama y traté de ver más cerca y tocar aquel sinuoso brazo de aparentes fotones o moléculas agrupadas, que hasta parecía que intentaban envolverme y rodearme perezosamente sin agresión y sí más bien como una especie de acogida o recepción amistosa, pero como también pensé que podía ser un es
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 Para la libertad Por los campos luchados se extienden los heridos,  Y de aquella extensión de cuerpos luchadores salta un trigal de chorros calientes, extendidos en roncos surtidores. La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo. Y las heridas suenan, igual que caracolas, cuando hay en las heridas celeridad de vuelo, esencia de las olas. La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega. La bodega del mar, del vino bravo, estalla allí donde el herido palpitante se anega, y florece, y se halla. Herido estoy, miradme: necesito más vidas. La que contengo es poca para el gran cometido de sangre que quisiera perder por las heridas. Decid quién no fue herido. Mi vida es una herida de juventud dichosa. ¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente herido por la vida, ni en la vida reposa herido alegremente! Si hasta a los hospitales se va con alegría, se convierten en huertos de heridas entreabiertas, de adelfos florecidos ante la cirugía. de ensangrentadas puertas. II Para la lib

Las coletas de Uma, capítulo quinto

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  V Llegaron a sus casas más calmadas y dispuestas a hacer vida normal. No había motivo para preocuparse. ¿O sí? Manu estaba poniendo la mesa y era el único que seguía preocupado. Pero un abrazo y varios besos de su novia le evadieron, un rato, de esos pensamientos. En realidad era un chico inseguro. Siempre dudaba de si lo que hacía era lo correcto. Cuando tocaba tomar una decisión, le costaba hacerlo, y cinco minutos después estaba pensando que lo más acertado era la otra opción. La que había descartado. - ¿Has visto El Faro de Vigo ? - No, ¿por? - Ha pasado algo en la ría. Un montón de policía y ambulancias y la zona acordonada. - ¡No me jodas! ¿Y no dice nada más? - No, de momento no. Chicos, habéis visto lo de la tía esa? K tía? Ha aparecido un cuerpo de mujer en la ría. Lo de la policía y eso es por un cuerpo en la ría? De una chica? Sí, por lo visto alguien vio un cuerpo flotando y se ha montado la que se ha montado. Y se sabe quién es?