Garage

 

CAPÍTULO 14








Para alguien, como ella, joven y con ganas de trabajar en algo en lo que había bastante demanda, el trabajo no era un problema. El martes tuvieron la charla en el piso y el viernes ya estaba poniendo copas en un pub del centro. No era el trabajo de su vida pero era el trabajo que le permitía tener unos ingresos. Había que empezar por ahí. Ganar dinero. Ya habría tiempo de escoger dónde hacerlo o para quién trabajar.

En ese sitio estuvo poco, menos de dos meses, porque sólo se trabajaba los fines de semana. Si quería algo estable y con una jornada completa en condiciones tendría que renunciar a las noches de los viernes, sábados y algún jueves. No fue difícil. Se lo explicó a su jefe y lo entendió. Cosa que se la sudaba. No le estaba preguntando, le estaba informando de que iba a marcharse porque bla….bla….bla….

Iba mejorando condiciones. Su jornada laboral era más decente. Podía cenar con las chicas cuando trabajaba de mañanas. Una semana sí, otra no. En realidad eran ellas las que estaban más contentas. Cuando eso pasaba (de mañanas) la puerta de la nevera se llenaba de “recomendaciones” para la cena. Pos it en plan “Carmen, guapa, a ti te sale mejor la lasaña que a nosotras. En realidad, nosotras no sabemos hacerla.” Sutileza en cada palabra. A ella le gustaba cocinar y no tenía la sensación de que nadie se aprovechara de ella. Lo consideraba un halago. A veces, incluso, tiraba de chantaje.

“ Lu, bonita, tú sabes dónde encontrar esa cerveza que tanto me gusta. Creo que te daría tiempo mientras preparo la cena”.

Era una guerra de pos it muy divertida y en la que todas salían ganando.

Lu no era Lucía. Ni siquiera Luisa. Lu era Lu porque era de Lugo. Lucense apostillaba ella. Y le quedó lo de Lu porque sus padres quisieron que la criatura se llamara América.Escucha una cosa. Prefiero llamarte Lu que Meri. Me niego. Así que, para serás Lu. Si no te gusta, te jodes.

Y tanto Carmen como Almu olvidaron lo que sus padres habían decidido y tiraron de un nombre mucho más interesante según ellas.

América, perdón….Lu, era la más joven de la tres. Dieciocho años recién cumplidos y muchas ganas de estudiar para poder ponerse a trabajar cuanto antes. Su teoría era que Galicia estaba descolocada. Muy alejada de las posibilidades de una buena profesional. Que era lo que ella iba a ser.

A pesar de ser la más bromista, tenía un sentido de la responsabilidad impropio para alguien de su edad. La mayoría de las normas razonables habían salido de su boca. La más sensata a la hora de hacer la compra era ella. Y la que más ahorraba. Miraba precios en distintos supermercados y volvía a casa con todo lo necesario y gastando menos que Carmen o Patri.







Y en Lugo nos quedamos, hasta que el autor tenga a bien terminar el relato. Esto es algo que nos ocurre muy a menudo a los que escribimos, que no terminamos las historias....

La próxima semana publicaré una nueva historia del autor Eduardo López, Las coletas de Uma, que esta si, está terminada.



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