Garage

 

CAPÍTULO 6









 

Nico salió de casa cómo siempre, con cara de dormido y encogiendo los hombros. Hiciera la temperatura que hiciera, el gesto era siempre el mismo. Era como un


mecanismo de defensa. Luego ya se soltaba. Unos portales después caminaba como una persona normal.

Mientras se acercaba al Garage no dejaba de pensar en la morena que lo atendía habitualmente. Aquella coleta le traía por la calle de la amargura. Y no sólo la coleta. La chica era hábil, rápida de reflejos, y no se quedaba con ellas. Las devolvía. Si la picabas entraba al trapo. Esa sensación le gustaba. La indiferencia era mala, pero que alguien te diera caña no era tan malo. Esa era su teoría.

-¿Qué ha pasado?

-Si miras el cartel lo entenderás.

-Ah….que os han robado. Joder, ¡qué mal!

-Pues si, pero ná, mañana estamos otra vez trabajando.

-Y la otra chica….¿está bien?

-Si si. Cuando llegó ya había pasado todo.

-Menos mal. Bueno, hasta luego.

 

El trabajo de Nico era peculiar. Cliente misterioso. Trabajaba para una empresa de marketing que se dedicaba a evaluar la atención de aquellos negocios que los contrataban. Hostelería, concesionarios, tiendas de ropa o, incluso, inmobiliarias que querían saber cómo trataban sus empleados a los clientes. Era ameno, y diferente. No tenía horarios fijos y si libertad para ir a los sitios que le asignaban. Luego venía el trabajo de oficina. Plasmar en papel lo que había visto en sus visitas. Tenía un sueldo fijo y además una comisión por visita. Le gustaba lo que hacía, hasta el punto de que en cualquier sitio que estuviera se fijaba en todo. Tiempo que tardaban en atenderle, amabilidad, precios, servicio, limpieza, etc…..

Hoy tenía que hacer tres visitas por la mañana. El orden no importaba, pero tenía que hacerlas. Así podría dedicar la tarde a cerrar los informes. Solía dedicar un día entero y la mañana del siguiente a visitas, y la tarde de este último a papeleos. Era su ritmo. Y hoy….un concesionario, y dos cafeterías. Haría un capicúa. Café….. coche….café. Eso si, ¿la chica de la coleta? ¿Estará bien? Es que no la había visto y … le faltaba algo.

Café Nuevo. Así se llamaba su primer cliente. No se lo tomaba como un trabajo. Entraba como un cliente más y procuraba pasar desapercibido. Pedía lo que le apetecía, leía, escribía y si tenía poco material intentaba buscar nuevo material.

-Perdone, creo que le di 20 euros.

Era para provocar una situación atípica que le servía para ver la reacción de la gente. Podían ser amables, cortantes, correctos, groseros, desconfiados o hasta bruscos. Todo era necesario.

Hoy había pedido un café y un croissant. No había dicho nada más, así cuando se lo trajeran lo pediría a la plancha. Y cuando el camarero diera la vuelta refunfuñando tomaría nota. O no, porque esas cosas no hacía falta anotarlas.

Minutos después escuchó una voz que le resultó conocida.

-Con leche corto.

-¿Aquí mismo o se va a una mesa?

-Me voy a aquella –señalando la mesa más cercana a la cristalera-.

-Muy bien, se lo llevamos.

Era la camarera del Garage, aunque si no hubiera sido por la voz le habría costado reconocerla. Vaqueros, sudadera y cazadora no era a lo que estaba acostumbrado cuando iba a desayunar.

-Su croissant.

-Gracias. Dígame qué le debo. Y cóbreme lo de aquella chica.


Con la llegada de Loli dejó a un lado su trabajo. Se le olvidó por completo

torear al camarero.

-Señor, la chica ya ha pagado.

-Vaya, entonces ¿qué le debo yo?

-Perdone, la chica ya ha pagado todo.

Era hábil la muy puñetera. Él había tardado en darse cuenta de su presencia y, sin embargo, ella ya lo había visto antes de sentarse. ¿Y ahora? Debería darle las gracias.

-Hola. Muchas gracias.

-De nada. Lo hacemos con todos los clientes. Siempre que no sean rondas grandes.

No sabía cómo tomárselo. No era un cumplido precisamente. Y Loli aún seguía con la vista en el libro que tenía abierto al lado del café.

-Bueno, gracias de todas formas. ¿Estás bien? Por lo de por la mañana digo.

-Si, ya te lo han dicho, ¿no?

-Si, bueno, me dijeron que fue de noche y que no los vio nadie.

-No, lo de que estaba bien. Ya te lo han dicho.

-Si, tu jefa.

-Pues eso. ¿Pa qué preguntas entonces?

-Se llama educación. Como lo de mirar a la otra persona durante una conversación. Yo la tengo. ¿Tú?

-Perdona…..

-No, tranquila, sigue a lo tuyo. El libro está interesante, y si quieres te cuento el final.

El tercer gemelo. Un buen libro. Eso pensaba mientras volvía a su mesa. Allí le esperaba el café y el croissant. ¿Qué le pasaba a aquella niñata? Me invita….. pasa de mi….y cuando me acerco para darle las gracias…..me trata de aquella manera. No lo entiendo.

 

En realidad Loli tampoco lo entendía. ¿Por qué lo he invitado? Lo de hacerlo con todos los clientes no era verdad. Ella tenía excusa. No era la jefa, era una empleada. Aunque se llevara muy bien con Carmen, no dejaba de ser una camarera. De hecho, la mayoría de las veces eran los clientes los que la invitaban a ella cuando la pillaban fuera del Garage. Pero hoy no lo había pensado. No sabía muy bien porqué, pero cuando lo vio allí sentado con una libreta y absorto en sus cosas lo hizo.

Lo que más le jodía es que era verdad, era una falta de educación. Y también le jodía que supiera el final del libro. Y le jodía que no se hubiera sentado en su mesa. Si, le jodía mucho. Lo entendía –su actitud no había sido la adecuada como invitación- pero no le había gustado. El libro estaba interesante, cierto, pero era más interesante su compañía. Ni ella misma entendía su comportamiento, aunque era bastante habitual, y uno de los motivos de riña con su jefa.

-¡Qué desagradable eres cuando quieres tía!

-¿Pero qué dices?

-Eso, que cuando alguien es amable contigo te salta el automático y te vuelves insoportable.

-Anda ya, no digas tonterías.

-¿Tonterías? ¿Tú te ves? Estás sola, lo único que haces es trabajar y pa casa. No te relacionas con nadie fuera de aquí, y cada vez que un chico lo intenta…… le das en todos los morros. Y sin cortarte.

-¡A saber qué intenciones tienen!


-Coño Loli, como todo el mundo. Pasarlo bien, salir, cine, tomar algo, y si, supongo que también habrá alguno que quiera llevarte a la cama. Pero pa eso estamos aquí, ¿no? No todos son unos psicópatas o asesinos.

-No sé yo. Hay mucho pirao por el mundo. Además, para pasarlo bien, salir, ir al cine o tomar algo no necesito a nadie. Y pa llevarme a la cama ya tengo a Nolito.

-¿Nolito? ¿Quién es Nolito?

-Ma…..nolito. Se mueve como los ángeles, no habla y me espera todos los días en mi mesita de noche. Un lujo. ¿Hay algún hombre así?

-Tú eres imbécil.

-¡Envidia!

Casi siempre acababan así las discusiones. Era imposible ponerlas de acuerdo, y menos en esos temas. Carmen no entendía como se podía sustituir un hombre por un trozo de latex, o de silicona, o de acero inoxidable.

-¡¡¿¿Bañado en oro??!! ¿Los hay bañados en oro? ¿La gente se mete oro por…..

-No, yo no. Son muy caros, y me pagas poco. Me conformo con Nolito.

La gente se solía preguntar cómo era posible que dos personas tan diferentes se pudieran llevar tan bien. Y trabajar juntas. Se pasaban más de doce horas al  día en los mismos noventa metros cuadrados, y no sólo se llevaban bien, si no que lo pasaban estupendamente. Disfrutaban mientras ponían cafés y atendían a la gente, cada una con su estilo. Y eso se notaba. La gente se sentía cómoda en el Garage. Loli no era una empleada cualquiera, y Carmen no era una jefa al uso.


Nico, aún molesto y confundido, seguía desayunando y tomando notas. Cuando volvió a su mesa le “insinuó” al camarero que el café estaba frío, y no se lo calentó ni le echó más leche, no. Le hizo otro. Minipunto para el chico. Cuando pasaban esas cosas no sabía si salían del que le atendía o eran órdenes del jefe. Hábitos. No importaba, tomaba nota y punto. En el informe ponía lo que sucedía, no era su misión interpretar.

Uy….el móvil vibrando.

-Dime Nacho. Buenos días.

-Buenos días. ¿Dónde andas?

-En el centro, trabajando.

-Necesito verte.

-Pues si te acercas por aquí….cuando quieras. Si no, por la tarde. mandas.

-Voy hasta el centro, cuando aparque te aviso.

-Muy bien, sigo a lo mío y espero tu llamada. ¿Todo bien?

-No del todo, pero ya te contaré.



Continuará...

 

 

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