Microcuentos de terror

 

«LA CARTA»

por Kenoa Gessle




«La casa estaba vacía, lo había estado desde hacía algunos años, sin embargo, sentía que no estaba sola. Juntó coraje para abrir el ropero. Debía comenzar a sacar toda esa ropa. Sabía que los recuerdos podían abrumarla, pero tenía que hacerlo. Sacó un tapado de piel, un saco de vestir y un papel doblado en cuatro cayó a sus pies. Lo juntó y leyó en uno de sus lados: ‘A quien me encuentre”. Lo desdobló: ‘No estoy sola, hay alguien o algo conmigo. Lo siento. Sé que no me va a dejar salir. Tengo miedo. Me quiere, quiere atraparme aquí para siempre, lo sé. Voy a morir. Voy a morir. Tengo miedo. A quien me encuentre, por favor, díganle a mi familia que los amo”. Leyó el nombre al pie de la carta y quedó paralizada. Quiso correr hacia la puerta, pero ya era tarde. La mano inerte soltó la carta. Su nombre estaba en ella.»


«SE ACERCAN»

por Bellabestia





«Esa noche la guardia prometía ser tranquila, sólo había un cadáver en el depósito al que se le había hecho la autopsia esa misma tarde. Ya estaba guardado en la cámara frigorífica, a la espera de entregarlo a la familia y enterrarlo al día siguiente. Mientras se adormilaba recordaba las bromas que se hacían a costa del viejo forense y su costumbre de poner cascabeles en los pies de los cadáveres por si se despertaban, había visto tantos casos… En el silencio y la oscuridad del depósito soñó con muertos que hacían sonar los cascabeles al sentir el bisturí. Soñó con sus gritos de angustia. Ese sueño horrible lo perturbaba y algo seguía flotando en su mente. Sabía que algo no iba bien. Sabía que aunque los sueños juegan malas pasadas no era normal que se sintiera así. Seguía escuchando cascabeles pero los gritos de angustia pasaron a ser suyos al ser consciente de que ya estaba despierto, que los cascabeles seguían sonando. Y se acercaban.»





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