Intercomunicación

 

INTERCOMUNICACIÓN

 


Formando parte de un grupo en el que teníamos una charla algo informal acerca de nuestros sobresaltados sistemas de comunicación, uno de las participantes denunciaba claramente que tenía comprobado, que cuando se promueven declaraciones abiertas de interés público, el autor o autores del manifiesto, en algún momento suele emplear un tipo de lenguaje, con el que parece pretender revelar un diferente nivel de discernimiento.

Puso como ejemplo inicial, el que casi asiduamente vemos cómo en gran parte de los comunicados oficiales, boletines, informes médicos, denuncias, declaraciones institucionales, sentencias judiciales, etc, se introducen casi siempre algunas expresiones arcaicas y rebuscadas, más propias de la relación interna entre los miembros de una profesión, clan o sector, que sería totalmente respetable, pero que realmente no parecen tratar de conseguir una divulgación eficaz a todos los niveles.

También le resultaba excesivamente confusa la compleja información, normas y consejos que figuran los prospectos farmacéuticos, la falta de claridad de los recibos de las compañías eléctricas y de seguros o las sanciones y recursos de una multa de tráfico. Éstas técnicas se mantienen igualmente en los escritos o informes  de  notarios,  abogados, jueces y médicos, pareciendo que lo que se pretende, es que la mayoría de las mentes populares no lleguen a interpretar claramente el concepto, la advertencia o la sentencia.. De la misma manera, algunos comprados y profesionales críticos de música, arte, literatura o exposiciones, suelen hacer intencionadamente complejas o ambiguas glosas de tal de manera, que solo susciten posteriormente imprecisas comentarios-


 

En las divulgaciones escritas, revistas, diarios y comentarios radiofónicos y televisivos, habitualmente se introducen vocablos y palabras, generalmente de procedencia anglosajona, siendo la juventud, con sus diferentes niveles, edades y escalas sociales, la que más propaga estas términos, mayoritariamente por medio de Whats App, empleando también un lenguaje más compacto y tal vez más gráfico y comprensible para quienes están dentro del mismo ambiente, pero que produce una cierta deformación progresiva del lenguaje gramatical, del que posiblemente y de manera subliminal se  intenta escapar, para desarrollarse solo dentro de un círculo determinado.

Cuando la mayoría de los políticos representantes de un partido, hacen declaraciones en directo, procuran emplear un lenguaje sencillo,  expresan  sus argumentos con claridad y hasta parecen más humanos, pero cuando debaten en los parlamentos temas económicos de gran inquietud e interés popular, se interpelan, discuten y se contradicen de una manera un tanto fanfarrona y teatral, desplegando  continuamente datos económicos, índices de producción o salariales y de las inversiones financieras, apoyándose en meras cifras, datos y fundamentos estadísticos no muy precisos y de muy difícil comprensión para la ciudadanía normal, que es quien sufre claramente el deterioro de su calidad de vida.

Los medios de comunicación pública tienen una gran difusión y consiguen que cualquier noticia, información o el bulo, se propague instantáneamente a distintos niveles públicos, sociales, políticos e incluso mercantiles, partiendo a veces de escasos datos o indefinidas procedencias, de modo que el difundir la referencia de cualquier intoxicación alimentaria, un maligno virus, la amenaza nuclear, datos sobre el calentamiento global o la contaminación, etc., puede llegar a producir gran angustia, una nerviosa alarma social y la proliferación de no pocas insensatas falsedades, con la consiguiente aparición de los egoístas acumuladores de alimentos y medicinas, alcanzando incluso a sospechosas y presagiadas caídas bursátiles. Si se hace un profundo análisis de cualquier tipo de comunicación, casi siempre se puede llegar a descubrir entre líneas la personalidad e incluso la velada intención del auto

Aunque en estos momentos nos sentimos forzosamente recluidos, estamos totalmente rodeados de información, recibiendo diariamente normas, prohibiciones, consejos y disposiciones, a veces contradictorias o tardías, además del intercambio casi continuo de soluciones caseras y cruce de mensajes solidarios, pero es de gran importancia el habernos dado cuenta de que estamos viviendo un momento histórico, en el que la casi totalidad del mundo está en situación similar, con la misma angustia e impotencia y tratando de superarla conjuntamente, incluso con escasos  medios  y sistemas preventivos, intentando conseguir entre todos, la erradicación de esa pandemia, que ha inmovilizado tan radicalmente la marcha mundial.


 

No me da ninguna vergüenza el declarar que soy una persona más bien hogareña y que voy arrastrando los años con disimulada dignidad, recordando los gustosos pecados de antaño, pero aunque estoy muy a gusto en casa, en ciertos momentos y circunstancias, también me apetece entrometerme en la gran ciudad, porque me entretiene, me atrae y me ayuda a vivir y sentirme en comunidad, a pesar de la indiferencia, los empujones y desaires que manifiestan alguno de esos ciudadanos, que se consideran más cosmopolitas mostrando una postura despectiva hacia los demás..

Situado como todos, dentro de este actual laberinto informativo, con todas sus continuas y renovadas disposiciones, declaraciones y alarmantes Whats app, aunque obedezco y cumplo  con el mandato, consejo y obligación de permanecer en el domicilio,  me revelo de manera contundente, más que nada porque no me gustan las obligaciones impuestas sin estar debidamente razonadas, pero llegué a aceptar este involuntario encierro, cuando me di cuenta de que, prácticamente de manera espontánea y colectiva, dentro de este mundo de aparentes despreocupados, estoicos y alejados conciudadanos, aparecieron las primeras manifestaciones de los internados, ovacionando y aplaudiendo desde las ventanas, como reconocimiento, agradecimiento y homenaje a la  sobrecargada  y tensa labor del personal sanitario, trabajando a plena dedicación en agotadoras y largas jornadas, haciendo casi milagros  para hacer pruebas, diagnosticar, intervenir, encontrar  y distribuir lugares para ubicar a los diferentes niveles de contagio de un desconocido virus sumamente endémico y con muchas posibilidades de ser mortal en determinadas patologías..

 

La acuciante realidad, nos hizo ver también aún con más claridad, los miles de personas de muy distintas especialidades, que han sido movilizados para colaborar en la erradicación de esa pandemia, igualmente con gran serio riesgo de contagio, ante el cercano trato con los afectados y en difíciles condiciones de trabajo por sus distintos sistemas de protección .Todos son merecedores de nuestro mayor agradecimiento y respeto de sus muy importantes pero a veces poco apreciadas funciones.

 

Cuando se haya superado totalmente esta larga etapa preventiva y pasado un largo periodo de recuperación, con sus diversos problemas para la readaptación y puesta  al día, posiblemente alguna vez recordaremos con alegría la superación conjunta de esa difícil y peligros pandemia, intercambiando  anécdotas,  sucesos y situaciones  personales o colectivas y hasta echando de menos los emociones por los múltiples episodios de solidaridad, recuerdo y cariño, especialmente hacia a todos aquellos que  estuvieron  mucho más cerca del peligro, sufriendo también el riesgo del contagio a sus familiares y entregándose hasta el agotamiento para atender a la continua masa de afectados, incluso recibiendo con cariño los últimas encargos de quienes fallecían en obligada soledad.


En su momento vendrá también la saturación de denuncias, acusaciones, reclamaciones, y reivindicaciones y la búsqueda de responsables, resbaladiza cuestión que tenemos el derecho de demandar su aclaramiento y el alcance real de las consecuencias que el pueblo soberano ha aguantado y sufrido, colaborando y obedeciendo  prudentemente con las sucesivas y desconcertantes medidas, y la complicada perturbación que supuso la interrupción de casi todas las actividades,  la saturación de los hospitales y la perdida de muchas vidas a pesar de los enormes esfuerzos y sacrificios de todos los servicios auxiliares.

Pero este pueblo soberano también tiene que exigir con firmeza, que el futuro debate que se desarrolle en el Congreso de Diputados, no sea utilizado por ningún partido como plataforma para introducir o reivindicar sus propios planteamientos ideológicos y problemas pendientes, dedicándose exclusivamente al esclarecimiento exhaustivo, desde su inicio, sin que se recurra al mal acostumbrado y aparentemente artificial cruce de acusaciones sin fundamento, datos falseados, insultos y desafíos, hasta llegar a marginar la verdadera finalidad del debate y que afecta seriamente a la seguridad y normal desarrollo de todas las actividades cotidianas.

Creo que no podremos olvidar algunos acontecimientos muy positivos, como el que además de disfrutar durante un tiempo de una mayor y más natural fraternidad y partícipes y testigos de una inquietud y una intercomunicación prácticamente universal, que al menos valió para darnos cuenta de la pequeñez de nuestras defensas y la grandeza de espíritu que puede llegar a mostrar el ser humano en ciertos momentos puntuales.

Simplemente podríamos reflexionar un poco sobre la gran paradoja que supone el que, casi todos los grandes y pequeños países suelen exhibir con un fatuo orgullo, la potencia de sus ejércitos, mostrando el más poderoso y destructivo materia bélico, que suponen un disparatado gasto público, para defenderse de un supuesto e imprevisto ataque y que con su alta tecnología son capaces de detectar anticipadamente la caída de un meteorito que aún está a millones de kilómetros.

Sin embargo, un miserable virus, una albóndiga trompetera, inesperadamente aparece un rincón de China y en muy poco tiempo podría acabar con toda los pobladores de éste precioso globo azul suspendido en el espacio, que seguirá girando.

Carlos Rodríguez-Navia. 30 de Marzo 2020

 

 

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