Manuel García Estadella
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MONOTONÍA
Monotonía, silencio
en la tarde de verano,
lágrimas que deja el viento
en medio del camposanto.
Cerros, montañas y nubes,
ríos, hórreos y sembrados,
mareas de blanca nieve,
llantos en el campanario,
vaguadas entre los tallos
de miruéndanos floridos,
rojos, maduros y bravos.
Simiente del corazón,
alma sola en el establo
donde se mueren los bueyes
rotos en medio del prado.
Con la leche que mamaron
tantas noches, tantos años,
rompieron todas las puertas
de yugos y encontronazos.
De madrugada, llegaron
caballeros en sus jacos
para matarlos de hambre
a los hijos de este lado.
Los mineros, ya se fueron,
y las minas se quedaron
solas debajo del sueño
de una noche de verano.
Ahora van quedando solos
los marineros, el barco
se marchó a la deriva
hace ya bastantes años.
Pescadores y mineros,
marineros y aldeanos,
caladeros sin las brañas,
puertos sin barcas ni barcos.
Horizontes de grandeza,
pequeñez de un camposanto
donde se enterró a esa Asturias
prisionera de un engaño.
Entre nubes, galopaba,
entre nubes, un milagro,
de la mar, cien mil mareas
se marcharon sollozando.
Gritaban sobre los mares,
sobre los ríos y prados,
en las brañas, en la mina,
lloraban mil asturianos.
Las campanas del otoño
iban todas repicando
tocando sones de muerte
en todos los campanarios.
A esta tierra la han deshecho
como se rompe el verano
cuando el otoño despierta
por los montes y sembrados.
Caminantes del olvido,
muertos en cien mil pedazos,
navegantes de un suspiro,
llanto triste, llanto amargo.
En la casa de esa Asturias
que se ha ido desangrando
en noches de luna llena,
cementerio, camposanto.
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