Daguerrotipo de la postguerra, sexto






 EMPEZAMOS  A VER COLORES.






En cierta ocasión, un  prestigioso sociólogo le comentó a Franco que si quería acabar concluyentemente con los vestigios de comunismo en España, solo tenía que lograr que el español, aparte de su orgullo, tuviera algo en propiedad.
La larga duración de la guerra había dejado en estado ruinoso las principales urbes y entonces se inició un amplio plan de construcción de apretados núcleos y barriadas,  generalmente  en  terrenos  baratos  de  las  afueras  de  la  ciudad,  con
pequeñas viviendas de mediocre calidad pero que, si se solicitaban,  se podían adquirir mediante una aplazada y barata amortización, por lo cual fueron  muy  gratamente acogidas, fundamentalmente por gran parte de una empobrecida población proveniente de atrasados pueblos y viviendas medievales, sin electricidad, sanitarios ni agua
corriente.
Cada vez que se publicitaba triunfalmente  la entrega de llaves a  unos emocionados y agradecidos ciudadanos, más se  iba extendiendo una ambición  que casi nadie tenía en Europa, como fue la de la propiedad de una vivienda. Con ello, además de aplacar el problema de su contumaz obsesión judeo- masónica y comunista, Franco tal vez sin darse demasiada cuenta, aseguró la continuidad y futuro de bancos, compañías de seguros,  prestamistas, parásitos, rémoras y vampiros, que acompañarán para siempre a quienes pretendían conseguir tal sueño.
Aparte de las grandes empresas, también había ocasión para que proliferaran los ineptos chapuceros y deshonestos promotores y constructores, que haciendo uso de la abundante y barata mano de obra de operarios no muy cualificados, progresaron a  una  velocidad  increíble  debido  a  la  constante  demanda  de  la  vivienda,  naves industriales, reconstrucciones y arreglos, consiguiendo llegar a la ansiada meta de poder  mostrar  un    nivel  ostentoso  de vida  mundana  y  bien  visible,  con  coches Mercedes, consumo de marisco y relaciones con prostitutas.
En  muchos  cuerpos  ministeriales,  despachos,  estudios  de  arquitectura  y empresas constructoras favorecidas por el conocimiento o encargo de planes parciales de ordenación urbana, urbanizaciones, barriadas o  grandes grupos de viviendas, etc., había  arquitectos,  aparejadores  y  otros desaprensivos técnicos,  que    amasaron fortuna y poder gracias a la revelación de explícitos datos de  los planes parciales, 
ubicación de terrenos, ordenanzas de aplicación, trazados de viales y todo tipo de información de gran interés para alcaldes, inversores, mutualistas y bancos, que con esos conocimientos privilegiados, adquirían, vendían o especulaban con determinados terrenos aún a bajos precios, con  absoluta ventaja sobre los demás ciudadanos.
El  gran  volumen  económico  que  se  podía  mover  posteriormente,  requería también    del  contacto  y  captación,   mediante    altas  comisiones  o  intereses participativos  de  quienes   tenían el poder de  otorgar o  denegar determinados
permisos y licencias, con lo cual se iba formando un cada vez más descarado circulo de presión  y corrupción.

Un acreditado y muy conocido señor X, padre de una amplia familia,  miembro activo de una velada corporación cristiana  y dueño de una valiosa empresa editorial, pretendía  comprar un solar adjunto a su industria, para construir otras naves destinadas a ubicar nuevas máquinas rotativas impresoras, pero desde el ayuntamiento correspondiente se le informó que la ordenanza municipal en vigor no permitía ocupar ese terreno, por estar reservado a un previsto uso público.
Su sagaz abogado, le sugirió que  con motivo de estar cercana la  época navideña, le hiciera un buen regalo al aparejador municipal, que tenía mucha influencia administrativa. Entonces, el  señor X  con gran  desprendidamente y  junto con una tierna dedicatoria de paz y alegría, envió al domicilio particular de ese importante funcionario,  un mueble  con radio tocadiscos y televisor, pero  un par de horas después,  le fue enteramente devuelto.
El señor X se llevó un gran disgusto temiendo ser acusado de tentativa de soborno, pero su viscoso consejero y en su nombre, se puso inmediatamente al habla con el aparejador,  para disculparse por un tremendo error que había tenido la agencia de transportes,  ya  que el regalo estaba consignado a otra dirección y le pedía  que
por favor no se sintiese ofendido por ese extraviado  envío.  El técnico aceptó tranquilamente la explicación, al tiempo que le aclaraba que la devolución no había sido por sentirse particularmente  ofendido, sino porque realmente ya tenía un mueble
similar, pero con un aparato televisor de blanco y negro.  A los tres días recibió un gran televisor de color, en aquellos tiempos aún bastante escasos en el mercado.

El señor X no recibió ninguna respuesta de agradecimiento, pero dos semanas después, una comunicación del ayuntamiento le informaba de que un reciente cambio en la clasificación y ordenamiento de la zona,  le permitía adquirir el colindante
terreno y consecuentemente formalizar legalmente la ampliación de su imprenta.
El indecente comercio de informes y consentimiento junto con otros muchos tipos de mediadores sin pundonor, sensibilidad, ni ética, engendró una serie de realizaciones chapuceras de venta fácil de inhumanas y hacinadas barriadas sociales, urbanizaciones y construcciones ramplonas y una incontrolada invasión de terrenos,
playas y montañas, con el resultado de unas masificaciones agresivas con la convivencia y el bienestar y  el destrozo definitivo de la personalidad de las distintas regiones.
También una hortera y mezquina imitación del rascacielismo americano, hizo cambiar climatología, ambiente y entorno en casi toda la geografía nacional, con gran satisfacción de algunos cerriles pero interesados alcaldes, que enseñaban engreídos sus amuralladas playas, aunque tuvieran insuficientes servicios de abastecimiento de aguas,  saneamiento,  transporte  etc.-  Torremolinos,  Marbella,  Benidorm,  Gandía, Cullera, Costa Brava, etc.,  que en tiempos no lejanos gozaban de  una  belleza natural, en pocos años y a causa de la fomentada ambición,  astucia, desprecio de normas y carencia de sensibilidad de algunos regidores, pasaron a convertirse en  comprimidos y pavorosos  ejemplos de urbanismo y arquitectura vulgar, aparente y engañosa  aunque inexplicablemente, cada año atraía a más turistas no muy exigentes  y gentes sencillas, muchos de los cuales nunca habían estado en un hotel ni habían visto el mar.



En ese tipo de ambiente, principalmente de verano, también empezó a aparecer otra clase de espabilados emprendedores, que fueron  progresando muy rápidamente sin  preocuparse demasiado de la honradez, la calidad  y la  decencia de su negocio.
Después de haber obtenido los pertinentes  permisos, licencias y autorizaciones, también mediante sobornos a corruptos funcionarios municipales, empezaron  a abrir todo tipo de locales, generalmente  con nombres exóticos, con una feroz competencia
para irradiar sus respectivos ruidos, luces y barullo, hasta conseguir ubicar en la misma orilla de las playas, arcaicos chiringuitos parecidos a chozas o cabañas, condudosa higiene, carencia de mobiliario y menaje, pésimos servicios sanitarios y un flotante olor a  fritanga.

Por otro lado, entre una sociedad más honesta y convencional y gracias a la evolución natural, la lectura de revistas, el cine y el interés por  abrir los ojos al exterior, el nivel económico se fue elevando progresivamente y el creciente  fenómeno del  turismo  barato,  dio  el  empujón  definitivo  para  conseguir  otros  cambios  dementalidad, costumbres y hábitos, no todos  positivos, puesto que en esta carrera ansiosa y un tanto ciega, se fueron abandonando otros valores que nuestra identidad tenía tradicionalmente asimilado, como eran  las buenas costumbres, la hidalguía, el honor, el buen hacer, la ética, la educación y la convivencia,  que pasaron a un plano cada vez más abandonado y menos apreciado, en un mundo en el que la supervivencia propia a toda costa, el trepar, el comprar, el conseguir y el triunfar, eran metas fácilmente  alcanzables, siempre que se abandonaran  las circunstancias que parecían anclar el pasado. En esos tiempos, prevaricación  y  cohecho, eran palabras que solo manejaban los licenciados, puesto que en el lenguaje popular se denominaban pellizcos, comisiones o más sencillamente, estar al tanto y  ser espabilados
Analizándolo  hoy algo frívolamente, la mayor parte de los españoles éramos más rumiantes que pensantes, ya que entre la búsqueda invariable del pluriempleo, la ocupación familiar y la preocupación económica, no quedaba más tiempo libre que el domingo, día de un atropellado  cumplimiento religioso y de las primeras evasiones masivas, especialmente dedicadas al fenómeno futbolístico, en cuyos campos de duelo se empezaron a manifestar  algunas ocultas  acciones y reacciones entre ciertas ciudades y provincias y en donde la rabia, la ira y el ataque verbal, se permitía y hasta se fomentaba, sin que en aquel entonces apareciesen banderas regionales, bufandas o propaganda alguna, más que la de las peñas o aficiones con inocentes pancartas de ánimo.
Cuando el enfrentamiento era con el equipo de un país que tenía alguna animadversión contra el régimen franquista, que eran casi todos los de Europa, la verborrea periodística excitaba hábilmente los ánimos de los forofos  hasta conseguir altos grados de agresividad verbal, con descorteses silbidos y pitos ante el himno del visitante .El alarido de Matías Prats  ante el gol de Zarra en Maracaná, fue como nuestra  respuesta a la “pérfida Albión”  al desastre de la Armada Invencible y solo comparable con el  famoso  grito de Rodrigo de Triana al divisar tierra.
Matías Prats Cañete

Por ser  nuestra y diferente, también  se promocionó la patriótica Fiesta Nacional,   siempre presidida honoríficamente por las más altas personalidades y una masiva  asistencia  de  público  a  las  plazas,  en  donde  frecuentemente  algunos desinformados turistas sufrían grandes sobresaltos ante un espectáculo  tan brutal
que después era  considerado  como  una publica representación de la crueldad hispana. La fama y los estipendios de ciertos revolucionarios y llamativos  toreros se fueron elevando, así como la publicidad  de las agencias turísticas, dirigida hacia los
simples viajeros errantes de cualquier nacionalidad y cultura, con lo cual y desde entonces, los  auténticos aficionados y entendidos, aseguran que esa  invasión de curiosos asistentes  incapaces de entender el arte de la lidia,  supuso el principio de la decadencia de la fiesta.
Con  una afición y promoción creciente del futbol, el tenis, el boxeo, el ciclismo  y el surgimiento de ídolos, España se fue asomando y acercando poco a poco al exterior, como  también en actividades como la música, pintura, literatura, etc., se lograron éxitos que el gobierno aprovechaba  para difundir “ la verdad de España” en el mundo,  casi siempre acompañada de folklóricas estampas de pandereta, en las que se ensalzaba la saludable y recta firmeza del Caudillo y su Movimiento, las piadosas costumbres religiosas y la especial gratificación que el Altísimo estaba derramando en nuestro país.
En la enseñanza elemental y en la universitaria, aumentó considerablemente el número de alumnos, así como el de títulos  de distintas  carreras, profesiones y oficios que iban ocupando nuevos puestos de trabajo sin ninguna experiencia, pero con un ansia irrefrenable por ganar y comprar, o poder tener aval en créditos y préstamos.
Progresivamente se mejoró en la alimentación, el aseo, el vestir y la vivienda, pero cuando se  empezó a popularizar la televisión y el pequeño automóvil, la relación y comunicación entre las personas se fue alejando, al tiempo que la educación, el respeto y  la  noble  costumbre  de  compartir  se  fue  enfrentando  con  la  presunción  y  la provocación de la envidia para los que se quedaban atrás. El llegar a tener un cochecito 600, era una de las mayores aspiraciones del trabajador que iba superando las etapas paulatinamente con gran esfuerzo y fue una de las causas más influyentes en el cambio de actitud y talante del español medio, que fue ahuyentando una frustración latente, aportándole  una moral y una autoestima muy considerable, que  fue posteriormente convirtiéndose en  obtusa, por estar convencido de que su posición  y su consideración social estaba en gran parte fundamentada en la potencia y tamaño de su automóvil.


Habíamos  dejado muy atrás e arado romano, el brasero de cisco, los traperos recogiendo la basura, los busca-colillas, los retrasos de RENFE, las alpargatas de esparto, la cartilla de racionamiento, los taxis con gasógeno, los cines de sesión continua,  el  pluriempleo,  los  vendedores  de  botijos,  el  lápiz  tinta,  los  papeles atrapamoscas en los bares, las tiendas de ultramarinos con el gato ratonero durmiendo encima de los sacos, las escupideras de latón en peluquerías y cines, los serenos, etc., naturales situaciones  atrasadas, principalmente  en el medio rural que, año tras año, nos habían ido alejando mucho del mundo normal del otro lado de  los Pirineos.

La familia, con unas tradiciones casi intocables desde siglos, lógicamente también sufrió un colosal cambio, debido en parte a la normal evolución del mundo, a la iniciación de una audaz libertad personal y a una cada vez más acuciante necesidad colectiva de respirar aires distintos. La  creciente secularización de un mundo con una religiosidad un tanto forzada por la amenaza y el temor, liberó gran parte de los tabúes, normas y reglas para aquellos que no le encontraban  más sentido que la obligatoriedad. Los jóvenes matrimonios,  ya se planteaban seriamente el número de hijos, aunque tuvieron que pasar muchos años antes  de que se pusiera a a la venta la píldora anticonceptiva, por supuesto con la total reprobación eclesial.


Tras el Concilio Vaticano II, una gran parte de la iglesia intentó abrir ventanas y puertas, pero enseguida tropezó con los intereses inamovibles de quienes no querían una renovación evolutiva y se volvieron a conservar los cerramientos y  mantener la
secular distancia   y la soberbia de considerarse la salvaguarda de  la única Verdad. En algunas parroquias, se fue abandonando el latín  empleando las lenguas propias y curas jóvenes con voluntad renovadora   cambiaban  algunos actos litúrgicos,  logrando la
participación de los fieles  en lecturas, músicas, encuentros y con una catequesis más nueva y sencilla, dando entrada a bastantes adolescentes entusiasmados, pero  muchas o casi todas, se quedaron nada más que en el mero folklore, tolerado por la jerarquía de bastante mala gana y no se continuo con una adaptación litúrgica  más avanzada y más de acuerdo con la mentalidad de la nueva juventud, en su difícil camino de su iniciación a la mayoría de edad.
En  algunas    comunidades,  se  formaron  grupos  de  personas  adultas  de inquietudes más amplias, con celebraciones bastante espectaculares y participativas, en donde de alguna manera  también se denunciaban situaciones sociales y políticas
injustas desde un punto de vista humano y evangélico,  pero a  las autoridades gobernantes no les gustaba la temática, por considerarla políticamente tendenciosa, manipuladora y  subversiva y desde la potestad eclesial, salvo pequeñas excepciones, se consideraban como  peligrosas y provocadoras. Este contraste de posturas, produjo una   separación   de  personas  más   maduras   e   inquietas   y  con   una   consciente emancipación  del  conservadurismo  jerárquico,  deseando  poner  en  común  otras
visiones más progresistas y  una nueva forma de enfocar la religiosidad, la liturgia y las  preces,  si  bien  también  había  quienes  aprovechaban  las  circunstancias  para introducir ideologías políticas algo extremistas. En algunos barrios de la periferia,  en donde apareció el fenómeno de los llamados “curas obreros”, la dinámica fue distinta, algo más agresiva y politizada y también más justificada y lógica, por ser zonas algo marginadas y  vivir  de cerca y agudamente los problemas de barrio, colegios, sanidad, transportes y servicios.
También en el ambiente de calle y especialmente en los solapados círculos liberales, se iba notando ya cierta preocupación  por el imprevisible  futuro político del país, sobre todo ante nuevas disposiciones, leyes, cambios de personajes y muy especialmente por la personal decisión de Franco en 1969,  de proponer a Juan Carlos
de Borbón  su sucesor, a título de rey,  quien ostensiblemente receloso y  después dehaber jurado fidelidad a los principios que informan el Movimiento Nacional (?),  en los años posteriores se dedicó a darse a conocer limitadamente al pueblo, trabar contacto con los países preferentes, disimular  y deambular bastante extraviado entre los círculos empresariales, tratando de ignorar la perpetuada  animadversión de La Falange y  el lógico  recelo y  envidia del ejército, por su aparente falta de seguridad en su alta graduación, conseguida después de su breve paso por las tres academias militares.




La posibilidad de  disfrutar de un futuro rey  suscitó en la ciudadanía variables  reacciones, que iban desde la ilusión de los rancios tradicionalistas, el rechazo de los idealistas republicanos y la esperanza de quienes confiaban en el cordura del caudillo, pasando por la tan española etapa de las algazaras, chistes y chacotas populares sobre  por su predecible brevedad. El tiempo y las circunstancias cambiarían muy radicalmente casi todos los vaticinios que se hicieron  sobre la corona.

Juan Carlos  Borbón y Borbón, a los ojos de una gran mayoría de españoles, era un títere de Franco e incluso le apodaban el breve, pero además  arrastraba una historia bastante inquieta, desde que fue  autor involuntario  del homicidio de su hermano menor y posteriormente por haber aceptado la educación especialmente impuesta y controlada por el Generalísimo, con una serie de catedráticos bastante añejos, maduros y serios profesores de  temas históricos y la ceñida  formación religiosa aplicada por el dominico Padre Aguilar. Su timidez era evidente y no le ayudaba mucho cierto defecto lingual que se manifestaba claramente en sus escogidos discursos.
Cuando terminó el bachillerato,  realizó algunos estudios en la Universidad aunque no hizo carrera específica alguna, pasando por las academias militares del Aire, Tierra y Marina.  En su momento su padre D. Juan,  en un escenario  tenso y por evitar una seria conmoción en la marcha del proceso democrático, renunció de su legítimo derecho a la corona en favor de su hijo,  pero  estiró mucho las relaciones familiares y dejó otro borrón más en su historia.


Durante unos cuantos años, era bastante evidente la simpatía que gozaban Sofía y Juan Carlos y de alguna manera el rey parecía tener cierto  aprecio popular, por  presentar  a  veces  una  imagen  menos  convencional,  pero  la  mayoría  de  los españoles no somos monárquicos y el  posterior deterioro de su fama personal, no fue mejorando su imagen, al empezar a saberse  los escarceos del monarca y  a propagarse en los medios de difusión  los comentarios acerca de sus infidelidades y evasiones y sobre todo cuando se supo algo del progresivo aumento de su fortuna personal, sus interesadas relaciones con el rey  Fahd de Arabia Saudita, los regalos de automóviles, motocicletas y yates como el Fortuna, casi único en el mundo, que  llego a costarle a los empresarios mallorquines más de 3.000 millones de pesetas, además de sus descarados  encuentros  con  Corina,  la  cacería  de  Botsuana  y  sus  accidentes  e incidentes en los que comprometía la corona con una inmadura actitud, hasta que tuvo que abdicar en su hijo Felipe, cando el ambiente  familiar  estaba muy  desmembrado.






La Reina Sofía, ha sido un ejemplo de saber estar y hasta de dignidad discreta y parece completar su vida al seguir con su ya tradicional afición a la música y ser una entendida de arte, auqnue los matrimonios de sus hijos tampoco resultaron tan lúcidos como fuera de desear, al tener  algunas contingencias que causaron una publicidad no muy favorable.

Elena, la hija mayor, se casó con Jaime de Marichalar pero a los catorce años, se produjo un cese temporal de la convivencia, acabando en un definitivo divorcio.  El hijo primogénito, Froilán, también accidentalmente se pegó un tiro en un pie,  al estar manipulando una pistola.

Cristina se casó con Iñaqui Urdangarín, un famoso jugador de balonmano, con buena figura y simpatía popular, pero que resultó inculpado en unos injustificables casos de corrupción, estafa y   fraude fiscal, siendo condenado a más de cinco años e ingresado en un restringido  penal de Ávila, en una celda  con patio, comedor y gimnasio pero en absoluta soledad. El título de Duques de Palma,fue revocado por su hermano Felipe.



Felipe, el único varón,  tuvo una esmerada y bastante liberada educación en un colegio privado, aunque naturalmente limitada  por su condición de príncipe. Se licenció en derecho, posee varios masters, realizando estudios en diversos países y se dice que habla correctamente cuatro idiomas. Cuando se casó con  Leticia Ortiz, una asturiana hija de padres republicanos, divorciada, periodista y presentadora de TV, esa unión ocasionó serias temblores y modificaciones  en el  protocolo de las realezas,  ya que según las leyes antiguas, que parecen estar  aún están vigentes,  en  la monarquía,  ese matrimonio estaba  considerado como morganático, aunque es una situación que solo preocupaba a los más puristas y que sin embargo tuvo una favorable reacción popular, al ser considerado  como un  casamiento realizado libremente por amor, desterrando las tradiciones medievales que aún conservaba la corona.
Han tenido dos hijas y parece que su formación  es la más  adecuada para formar parte de una sociedad actual, plural y  decididamente democrática. 


            Volviendo a 1973, aun siendo cada vez más  evidente su  progresivo deterioro, Franco siguió adoptando nuevas posiciones mediante disposiciones, leyes y cambios de personajes,  tomando la personal e inesperada  providencia de seguir  en la Jefatura del Estaco, pero cediendo la Presidencia del Gobierno alultraconservador almirante Carrero Blanco, del que era  más que sabida su pertenencia al Opus Dei, su arraigado espíritu militar y la comunión incondicional con las doctrinas del caudillo a pesar de manifestar también  gran  interés por la figura de Juan Carlos. Poco después se fue descubriendo que  en se estaban tomando posiciones de confirmación y continuidad del  sistema  en las  altas cumbres y en los   ambientes políticos ajenos al régimen, era manifiesta la inquietud y temor de  padecer otra  prolongación del franquismo. 

            Pero a pesar del desacuerdo con el incomprensible Movimiento Nacional, con el contumaz e inacabable mando único de un viejo dictador que gobernaba un país como un eterno  regente y con  el Opus Dei dominando  la economía y  manteniendo la apariencia de  una prosperidad asegurada, se veía que el pueblo, la masa ya iba porVolviendo a 1973, aun siendo cada vez más  evidente su  progresivo deterioro, Franco siguió adoptando nuevas posiciones mediante disposiciones, leyes y cambios de personajes,  tomando la personal e inesperada  providencia de seguir  en la Jefatura del Estaco, pero cediendo la Presidencia del Gobierno alultraconservador almirante Carrero Blanco, del que era  más que sabida supertenencia al Opus Dei, su arraigado espíritu militar y la comunión incondicional con las doctrinas del caudillo a pesar de manifestar también  gran  interés por la figura de Juan Carlos. Poco después se fue descubriendo que  en se estaban tomando posiciones de confirmación y continuidad del  sistema  en las  altas cumbres y en los   ambientes políticos ajenos al régimen, era manifiesta la inquietud y temor de  padecer otra  prolongación del franquismo. 




Al mismo tiempo resurgieron los grupos de  guerrilleros y fuerzas nuevas, con Cristo Rey y España como bandera propia, reclutando a insensatos niñatos hijos de papá,  justificando  su    agresividad  con  un  patriotismo  desfasado,  afectado  y fascistoide, bien  protegidos por parte de agentes de la policía político social y los azulados  viejos  leones  desdentados  vencedores  de  la  Cruzada,  arremetiendo  de manera cobarde  contra todo los que les parecía renovador, progresista, democrático o liberal, realizando acciones con comandos tipo militar, armados con cadenas, puños de  hierro,  armas  de  fuego  y  botes  de  humo,  efectuando  atentados  contra determinadas personas,  entidades y centros de enseñanza, que a su desquiciado juicio, eran lugares  de reunión de masones, judíos y comunistas, mantenidos con el orode Moscú.
Imprevisiblemente,     se   produjo   un   giro   brusco   en   las   perspectivas continuistas. El 21 de Diciembre del mismo año de su nombramiento,  Carrero Blanco fue víctima de un burdo pero eficaz atentado consumado por ETA, algunas  horas después de haber tenido una misteriosa reunión con Kissinger, quien parecía haberse sentido muy molesto con él, por entorpecer los  planes de EEUU. Entre los numerosos rumores que circularon  por  los  medios de difusión, algunos apuntaban  claramente que la CIA había prestado cierto tipo de ayuda a ETA, para conseguir su propósito.


A pesar de la brutalidad del asesinato, gran  parte de españoles encontraron un nuevo motivo de esperanza al cambio y a Franco le supuso un duro golpe, tanto por la amistad y confianza que tenía con el almirante, como por el total desmantelamiento de  sus  previsiones  y  a  partir  de  entonces,  el  deterioro  de  su  salud  se  fue incrementando,  sufriendo  varios  percances  cardiacos  y  circulatorios,  llegando  e incluso a ceder, solo  por unos días, la Jefatura del Estado a un desconcertado Juan Carlos, quien poco pudo hacer, por estar  muy controlado, limitado y desorientado.
Tras  un  par  de  semanas  de  pérdida  total  de  consciencia,  con  inútiles operaciones  entre  intrigas  y  maquinaciones  familiares  y  presiones  políticas  por
mantenerlo con vida, el día 20 de Noviembre de 1975, fallece Francisco Franco Bahamonde,  quien que figuraba en las monedas como Caudillo de España por la Gracia de Dios.
La noticia se difundió instantáneamente por todo el mundo, interrumpiéndose la  programación  en  casi  todas  las  emisoras    de  radio  y  televisión  y  ocupando totalmente la primera página de los periódicos.
Tres días después,  ya  había jurado su cargo de rey Juan Carlos I y habían pasado la ceremonia de los funerales los funerales, la exposición n del  cadáver y su traslado con honores militares al Valle de los Caídos, en donde quedó enterrado bajo una gruesa losa de granito, detrás del altar mayor de una ciclópea  basílica  excavada bajo  un abrupto risco, con la mayor cruz del mundo.



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