Evocaciones de una aldea nunca perdida
Algunas veces,
Jesús y yo nos pasábamos un buen rato conversando con Pepe, echando un pito y
tomando “media y media” de vino con gaseosa en porrón, traído de Casa Sama y
disfrutábamos mucho hablando con él, porque
este paisano tenía mucha confianza con nosotros y un gran sentido del
humor y entre cuentínos, chascarrillos y picardías, nos contaba alguna que otra
vivencia personal, con esa manera de hablar que parecía que tartamudeaba, pero
que era intencionada y resultaba muy graciosa.
En cierta
ocasión que estábamos conversando con él y ante una pregunta nuestra no muy
correcta, pero hecha con intención de reírnos un poco, no de hurgar en sus
ideas, él nos contestó:
-¿Qué por qué nun voy a l´iglesia
?.. Pues porque soy probe, rapaces.
- ¿ Y qué tiene que ver el
tener o no tener dinero, con el ir a la iglesia?
.- Pues todu y muchu, veréis:
“Taba yo la mañana tempranu d´un domingo en la mi huertina, cuando pasóu por´llí
Don
David
montau a caballo.
Paróse, miróme con´el
ceño
fruncíu y preguntóme,
-
¿Qué haces ahí con la fesoria, Pepe?
-Pues
ya lu vé señor
cura, que voy facer
...pues sacando
unas pocas patacas... -
- ¿ No sabes que es pecado trabajar en domingo?. Te
puedo denunciar a la
Guardia Civil...
-
Coña, Don David. Toy
sacándolas pa comer hoy, no pa vendélas.
-
No importa. Estas trabajando
y es pecado. Debiste hacerlo ayer.
-
Entre semana non toy
folgando. Tengu que trabayar pa otrus, pa sacáme´l jornal y los díes de fiesta yé cuando puedu
dedicái un ratín a la mi huerta, pa sacai cuatru berzas,
cuatro cebollas y cuatro patacas... pa´dures penas comer nosotrus y el gochu.
-Las fiestas de guardar, las hizo el Señor para descansar y si Él lo dispuso así,
debemos
de obedecer. Mira,
Pepe...
Pásate
mañana
por la
sacristía, después de la
misa y hablaremos.
Fizo tch-tch con la llingua al caballo y siguió su camín,
tan
tiesu.
Al día
siguiente,
hasta
que non pasó el tren,
non
pude dexar el trabayu y fuíme Prau del Riu pa´ arriba, con un orballu que calaba l´ alma,
hasta la retoral, que como era
ya algo tarde, pensé
que ya taría
´llí.
Lleguéi, llaméi y a poco abrió la puerta Mercedes, la sobrina del cura. Preguntéila por él,
y
me
fizo esperar
afora un momentín,
eso sí,
con la puerta algo tornadína, llegándome d´adentro un olorcín a bonítu al forno, que ficieronme sonar les tripes.
Al ratín, salió Don David con cara de fastídiu, llevando al cuellu una servilletina con una mancha
de vino y un papelín en la
mano.”
-
Toma Pepe, paga cinco durínos y con esto, ya puedes trabajar los días de fiesta...y enséñalo
cuando te lo pida la Guardia Civil.
-
Señor cura...yo nun llevo tantes perras encima y non sabía que había que pagaile algu a usted...
-
Este dinero no es para mí,
Pepe, es para la Iglesia, por concederte
una dispensa... una
licencia, para trabajar los días de fiesta. Eso sí,... sin fines lucrativos....solamente para cubrir vuestras
necesidades. Pues ya lo sabes, Toma
el permiso y el próximo domingo me lo pagas, después de la Misa. Vete con
Dios.
Cerró la puerta, y fuese el
olorcín aquel tan rico, marchando yo camín
abaxu pa ´casa, echandu puñetas y pensandu en lu bien que me hubiera sentau un vasín de
vino, pa
quitáme la
friolera que se me iba
faciendu mayor a medida
que pensaba en los cinco
jodíos
durus.
Y al domingo siguiente allí taba yo, delante la iglesia, esperando a que marcharan
toda
la xente
que se quedara en la
puerta cuchicheando y cuando ya saliú
Don
David
fumando
un pitu, siguieron unes cuantes muyeres charlando un ratu con´él, muy zalameras y adulonas, hasta que quedóse solu, caminado ya hacia la retoral. Entóncenes, plantéme delante d´él, saquéi aquellos billetes
que llevaba en bolsu con
la mano bien
apretadina y
dixei:
-
Tenga señor cura. Ya toy en paz con la Iglesia
y con la Guardia
Civil.
-
No digas barbaridades Pepe.
No es que estés o no en paz con nadie. Ya te dije que es un permiso para que, si tienes
que trabajar en domingo,
quedes eximido del pecado... y a propósito... no te vi hoy en la Misa...
-
Ni volverá a véme, señor cura, porque
seguro que Dios débi de saber cómo nos arreglamos los probes, pues de los ricos, bien que se ocupen
ustedes. Adiós.
Y marchéme da´llí, más contento que un gorrión y xuro por mi alma que de
verdá, non
volvió a veme
por allí... porque si hay
Dios, ya nos arreglaremos
Él
y yo...”
Jesús y yo, nos
quedamos con la sonrisa a medias, mirándonos calladamente y sin hacer
comentario alguno, pero comprendiendo que aquella rebeldía de Pepe, tenía sus
fundamentos.
Pasados los
años, fueron cambiando algo las cosas fuera y dentro de La Iglesia y los
injustos privilegios y algunos de los forzados temores también se quedaron
atrás, siendo ahora las gentes, probablemente algo más libremente responsables
de sus propios actos.
Carlos
Rodríguez-Navia Martínez. Junio 2003
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