Entradas

Mostrando entradas de junio, 2019

Mi vida en tres palabras

Imagen
¿Qué te cuente mi vida en un soneto? Tres palabras tan solo, y bastaría: Silencio, soledad, monotonía, De todo lo demás guardo secreto Me impuse hace unos años como reto No perder ni un minuto, y todavía mantengo la palabra, aunque querría me sirviera hacer versos más de asueto. Doy clase, escribo, leo, abro mis manos A la gracia que llueve Dios del cielo, visito a los enfermos y a los sanos soy dado a criticar —somos humanos— de beatos e hipócritas recelo pues me tratan mejor los publicanos.

Evocaciones de una aldea nunca perdida

Imagen
Rebeldía argumentada A lgunas veces, Jesús y yo nos pasábamos un buen rato conversando con Pepe, echando un pito y tomando “media y media” de vino con gaseosa en porrón, traído de Casa Sama y disfrutábamos mucho hablando con él, porque   este paisano tenía mucha confianza con nosotros y un gran sentido del humor y entre cuentínos, chascarrillos y picardías, nos contaba alguna que otra vivencia personal, con esa manera de hablar que parecía que tartamudeaba, pero que era intencionada y resultaba muy graciosa. En cierta ocasión que estábamos conversando con él y ante una pregunta nuestra no muy correcta, pero hecha con intención de reírnos un poco, no de hurgar en sus ideas, él nos contestó: -¿Qué por qué nun voy a l´iglesia ?.. Pues porque soy probe, rapaces. -   ¿ Y qué tiene que ver el tener o no tener dinero, con el ir a la iglesia? .-   Pues t o d u y mu c hu, v e r éi s : “ Ta b a yo ...

...Un soneto, dos

Imagen
U n soneto, dos, cuatro, no sé cuantos Me nacen cada día entre los dedos Convierto así mis dudas en enredos Y mis penas en súplicas y cantos. Unas veces son lágrimas y llantos Otras veces canciones o remedios Y así espanto con música mis miedos Dejando a flor de labios mil quebrantos. Busco un verso, lo limo, lo completo De cadencias y rimas rodeado, Urdiendo su textura y su boceto. Trato en vano de hablar de mi secreto, Me escapé de mi ayer asotanado ¿Y hoy estoy prisionero de un soneto?

Evocaciones de una aldea nunca perdida

Imagen
Dos mejor que uno            Una aturbonada tarde de Agosto de 1955, me acerqué a EL Parador, para esperar la llegada del autobús en el que venía un tío mío desde Gijón y allí me encontré con Don Valeriano y Ségis, que estaban sentados uno junto al otro en el banco, frente a las acacias. Este cura, el estar en ruinas la casa   rectoral, vivía en una   habitación de la parte alta de la casa de María. En aquel tiempo era bastante joven, menudo, de habla suave y mirada profunda y se preocupaba mucho de los niños, de su formación y ocio y en una ocasión los llevó a Madrid a ver museos, el zoológico y todo lo que pudo con sus escasos medios y también estuvieron en la casa de mis padres, en donde alguno de ellos vio por primera vez la televisión. Saludé a los dos y empezamos a conversar sobre mi trabajo, la familia, de Madrid y de mil cosas más o menos tontas, hasta que se fue entrando poco a poco en materia religiosa, hábilmente...