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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Daguerrotipo de la postguera, tercero

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 UNA CALLADA CLASE   INFORTUNADA. Resulta   muy   difícil   el   argumentar   cuando   una   guerra   es   justa   o   no.  Historiadores, sociólogos y juristas de distintas ideologías, han llegado   diversas  conclusiones,   teniendo   casi   siempre   en   cuenta   los   antecedentes,   circunstancias,  motivaciones, quién y/o   en nombre de qué se inicia el conflicto, etc., y también es muy  importante el valorar el posterior desarrollo, actuación, legitimidad y conducta de los  vencedores, incluida    su   consecuente actitud humanística   con los   perdedores. Tampoco   es   fácil   hacer   después   una   calificación   objetiva,   cuando   los triunfadores   deforman   maliciosamente   los datos y cifras de las personas civiles de los dos bandos que fueron eliminados detrás de las trincheras en pueblos y ciudades, por lo cual se puede considerar como legítimo,   especular sobre los posibles motivos e intenciones   de quienes así las divulgan, dej

Haikus

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Lejos un trino. El ruiseñor no sabe que te consuela. Jorge Luis Borges Hecho de aire entre pinos y rocas brota el poema.  Octavio Paz El espantapájaros parece humano cuando llueve. Natsume Seibi

Saber si ya he llegado

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M ás que en llegar hay que seguir, subiendo Por la senda oropel de la existencia Más que decir ¡hay que tener paciencia! Está en saber por qué se está viviendo. Saber que lo que fue sigue existiendo Y que morir también es una ciencia, Mantener clara y pura la conciencia, Franca, libre y leal en todo tiempo. Quiero sentirme útil, no explotado, Quiero sentirme amado no elegido. Acostumbrado a vivir disciplinado Mas detesto sentirme al carro uncido Me inquieta más saber si ya he llegado Que seguir confesando como he sido.

Daguerrotipo de la postguerra, segundo

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  II.- LA IMAGEN AMBIENTAL Y LOS PODERES.   A partir de 1946, los veranos retornábamos a la pequeña aldea de Asturias,   rehabilitando poco a poco aquella casona en la que casualmente vine al mundo y en la que  después de la contienda, como consecuencia del paso, estancia y saqueo de ambos bandos, no había quedado más que miseria, detritus y casquillos de bala. En la aldea misma, aún se veían muy directamente los efectos ambientales de la posguerra, no solo en la necesidad y la escasez, sino también en las actitudes, comportamientos y talante de sus gentes, con lo cual, estas  ocasionales estancias, me permitieron tener un contacto con otra realidad distinta a la de la capital, al compartir amistad y  afecto con muchos chavales de allí y ser aceptado, al menos aparentemente, como una más de los rapaces traviesos e inquietos, alejados en parte del ambiente represivo y temeroso.   Poco a poco, por   aquellos   lugares y en su situación, empecé a hacer mis personales an